La sorprendente boda sin hombre de Marcela y Elisa

Marta Valiña A CORUÑA / LA VOZ.

A CORUÑA CIUDAD

La Voz

El 8 de junio de 1901 Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga, haciéndose llamar Mario, se casan en la iglesia de San Jorge. Su historia conmocionó a la sociedad de la época.

25 jun 2020 . Actualizado a las 17:24 h.

Se conocieron en 1885, en la Escuela Normal de Maestras, y las relaciones entre Marcela y Elisa, contaba La Voz el 22 de junio de 1901, «cuando se hizo público el asunto», fueron haciéndose «cada vez más íntimas». «Los padres de Marcela llegaron a verlas con desagrado primero y luego con disgusto muy vivo», añadía la primera de una serie de crónicas que, todas ellas bajo el titular «un matrimonio sin hombre», conmocionaron a la sociedad de la época.

Pese a la oposición de los padres de Marcela, que llegaron a enviarla varios meses a Madrid, ambas continuaron con su relación y, una vez licenciadas, ejercieron la docencia en diversas escuelas de la Costa da Morte, donde vivieron lejos de los ojos indiscretos de sus conciudadanos. Todo cambió, sin embargo, en 1901. «A la caída de una tarde del mes de mayo -no es novela, aunque lo parece- se presentó en la casa del núm. 9 de la calle del Mercado [donde vivía, ya viuda, la madre de Marcela] Elisa Sánchez vestida de hombre».

Según relata la crónica de ese 22 de junio de 1901, Elisa se había convertido en Mario, había «engañado», al párroco de San Jorge, «el señor Cortiella», y se había bautizado como hombre, el 26 de mayo de ese año. Unos días después, el 8 de junio, a las siete de la mañana, en el mismo templo y ante el mismo sacerdote, Marcela y Elisa (ahora Mario) contrajeron matrimonio. «Después de la boda tomaron los esposos chocolate en el domicilio de la madrina, salieron de compras y a la vez fueron a retratarse a la fotografía del señor Sellier»

. Esa imagen ilustró la primera página de La Voz el 30 de junio de 1901: «Aquí está la ‘vera efigies’ de Elisa-Mario y Marcela, cogidos del brazo y acabaditos de salir de la iglesia». Después llegó a otros medios, como el semanario Nuevo Mundo, que gracias a esa foto, vendió solo en Madrid 19.000 ejemplares. Mario, mientras tanto, huía a Oporto. Y más tarde, cuando la Justicia les absuelve, la pareja se marchó a Buenos Aires