La huelga de los ferroviarios

Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

ALBERTO MARTI VILLARDEFRANCOS

En 1917, fue el precedente que causaría la huelga general revolucionaria

27 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1917, la agitación crecía y se extendía. El gobierno conservador de Eduardo Dato temía que en cualquier momento estallase la huelga general revolucionaria que pretendían utilizar las izquierdas para cambiar de régimen. Lo acontecido en Rusia, entre el 8 y 15 de marzo (calendario occidental), asustaba a unos y enardecía a otros. En apenas siete días, la monarquía zarista había caído, proclamándose la república, debido a las protestas de las masas que no fueron reprimidas por los soldados y que acabaron contando con su apoyo.

En España las Juntas de Defensa de los oficiales del Ejército ya habían manifestando su descontento y la crisis de las subsistencias había empeorado la vida de la población. Muchos republicanos y socialistas lo veían posible y el gobierno lo sabía, por eso había suspendido las garantías constitucionales.

La tensión aumentó a partir del 19 de julio de 1917 con la Asamblea de Parlamentarios en Barcelona. El gobierno la disolvió. Pero ese mismo día en Valencia, estimulados por los republicanos, los ferroviarios declararon la huelga general. Además de discrepancias económicas con la empresa, los motivos eran políticos: se esperaba proclamar la República siguiendo órdenes de la Asamblea. Se anticiparon. Declarado el estado de guerra, la Guardia Civil y el Ejército lograron, tras cuatro días de paro, restaurar el orden. Los obreros retornaron a sus trabajos. No todos. La Compañía de los Ferrocarriles del Norte no readmitió a 46 huelguistas. Las negociaciones para su readmisión fracasaron y los ferroviarios amenazaron con una nueva huelga. La actitud intransigente de la compañía es motivo de controversia. Algunos contemporáneos e historiadores acusan al ministro de Gobernación, José Sánchez Guerra, de estar detrás de la negativa de la empresa con la intención de anticipar el estallido de la huelga general para hacer abortar la revolución, aprovechándose de la falta de preparación de republicanos y socialistas evidenciada en la intentona de Valencia.

El 2 de agosto, en A Coruña, una comisión de la junta directiva de la sección de ferroviarios de A Coruña-Monforte visitó al gobernador civil. Cumpliendo con la ley, le anunciaban que irían a la huelga el día 10 en solidaridad con los ferroviarios de Valencia y por la readmisión de los despedidos. Lo mismo hicieron las demás secciones de ferroviarios en sus respectivas ciudades. Nada cambió y el 10 comenzó la huelga. En A Coruña el paro fue masivo. La estación de ferrocarril de A Gaiteira fue ocupada y custodiada por tropas del Ejército y de la Guardia Civil, y los puestos abandonados por los obreros fueron cubiertos, por orden del gobierno, por militares para mantener abiertas las líneas. Lo mismo sucedió en las demás estaciones ferroviarias de España, con diferencias en el grado de seguimiento del paro. La huelga ferroviaria se mantuvo pacífica y con escasas incidentes hasta el 11. Ese día se anunció para el 12 la tan anhelada huelga general revolucionaria. Continuará.