Un coruñés al frente del Gobierno

Por Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

cedida

Eduardo Dato se convirtió en el hombre fuerte del rey tras la amenaza de rebelión de los militares en el año 1917

06 nov 2017 . Actualizado a las 01:18 h.

Revolución. Era la palabra más repetida en España, estaba en la boca de todos, bien para combatirla, bien para desearla. La situación era explosiva y los descontentos con el sistema monárquico encabezado por Alfonso XIII crecían. Unos tenían causas políticas (ausencia de democracia real, caciquismo oligárquico, republicanismo, catalanismo…); otros, económicas (bajos salarios, explotación, miseria…), y la mayoría se habían exacerbado en 1917 con la subida del coste de la vida y la crisis de las subsistencias provocadas por las repercusiones de la Gran Guerra.

Los acontecimientos se aceleraron a partir del 26 de mayo. Ese día el Gobierno detuvo en Barcelona a varios militares. Formaban parte de la Junta Superior de Defensa del arma de infantería y coordinaban a las demás, que se habían organizado, más o menos secretamente, en toda España. Se habían creado, a partir de noviembre de 1916 con la intención de defender los intereses de los oficiales y para reclamar aumentos de sueldos y que los ascensos se hiciesen por estricta antigüedad. El Gobierno las consideraba una amenaza y por eso las intentó disolver mediante arrestos y separación de destinos. También en A Coruña se había formado una junta militar que estaba encabezada por el coronel Miguel Castro Arizcún, jefe del regimiento de infantería Isabel la Católica, estacionado en el cuartel de Atocha. Poco sabemos de ella. Solo que fue arrestada por el Gobierno y que a su jefe se le ordenó trasladarse forzosamente a Huesca.

Sin embargo, los oficiales resistieron y, en un manifiesto publicado en Barcelona el 1 de junio, además de criticar el régimen político existente exigieron el reconocimiento legal de sus juntas, desafiando al Gobierno con romper la disciplina y cambiar a las autoridades militares.

Uno de los poderes básicos de la monarquía amenazaba con la rebelión. El rey y el Gobierno dirigido por el liberal García Prieto cedieron, siendo levantados los arrestos y anulados los traslados. Pocos días después, el 11, Alfonso XIII nombró un nuevo Gobierno presidido por el coruñés y conservador Eduardo Dato, que reconocería las demandas de los militares.

La rápida victoria de los oficiales tuvo múltiples consecuencias. Por un lado acentuó su intervención política y su unión con la monarquía. Por otro mostró la debilidad del poder. Los opositores políticos al régimen (republicanos, socialistas y catalanistas) vieron en esas circunstancias una oportunidad de cambio. El 12 de junio, Pablo Iglesias, secretario general del PSOE y la UGT, llamó a todas las izquierdas a trabajar unidas para la instauración de un régimen republicano. El 16, republicanos y socialistas acordaron conjuntar sus esfuerzos para lograr el triunfo de la soberanía popular y hacer lo necesario para conseguirlo. Preparaban la revolución.

En A Coruña, el 4 de julio, el Ayuntamiento concedía licencia por un mes al concejal Santiago

Casares Quiroga. Se marchaba para reponerse del sablazo que recibió en la manifestación anticlerical coruñesa, pero en realidad iba a colaborar en la unidad de acción de los republicanos. Continuará.

Historias con historia

«Alfonso XIII, en una posición muy débil, se vio forzado a nombrar en junio un nuevo Ejecutivo