El botellón deja Méndez Núñez sembrado de basura, destrozos en el jardín y borracheras

Emiliano Mouzo / a. m. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Masivo rechazo a una práctica que, según el alcalde, debe convivir con el respeto al patrimonio

02 nov 2017 . Actualizado a las 13:07 h.

No se recuerda un botellón como el de ayer. Por el número de jóvenes que había, pues ni se podía caminar. Por los destrozos en el mobiliario y en la flora. Y por la cantidad de basura que generó. Nada menos que 2.000 kilos, según fuentes de la empresa de limpieza, Cespa. Méndez Núñez, antes de que el equipo de limpieza pasara a frotar, daba miedo verlo. Era una noche señalada, la noche del Samaín, y pese a todo, no había en el recinto más que dos contenedores para que los presentes echasen la basura. Un problema gordo, pues cuando llegaron los operarios de Cespa se encontraron sin recipientes donde echar lo recogido y los tuvieron que ir a buscar a calles cercanas y pedir que enviasen más desde la empresa concesionaria.

Hubo destrozos importantes. En el reloj floral, que había sido reparado esta misma semana, su aguja larga volvió a mirar al cielo porque alguien la dobló. El gigantesco ejemplar de ombú, que también protegieron hace unos días para salvarlo de los orines y las declaraciones de amor hechas a navaja, fue de nuevo atacado. El medidor de temperatura, humedad y dirección del viento tampoco resistió al Samaín. Como una señal de tráfico que fue arrancada para luego ser paseada por los jardines entre el bullicio. En la fuente, donde tiempo atrás había peces, ayer amaneció con botellas, bolsas y vasos de plástico flotando. «Como siempre, pero hoy -por ayer-, había muchas más», según uno de los operarios de limpieza.

La página web de La Voz recogió ayer decenas de comentarios al respecto. Nacho, por ejemplo, escribió que «ya no se trata de un problema de civismo, de limpieza o ecológico. Se trata de un problema de salud pública. Un problema con el que llevamos años conviviendo. Un problema que ninguna Administración parece querer atajar».

Preguntado ayer el alcalde por lo vivido durante la noche en los jardines, así contestó: «Non sei. ¿Houbo algún incidente?». Para luego añadir: «Supoño que a estas horas estará recollido o lixo». Ahondando en el tema, se le pidió a Xulio Ferreiro si su equipo de gobierno tiene pensado hacer algo. Cree que «hai que gardar equilibrio entre a protección do patrimonio e o dereito ao ocio das persoas e a liberdade de reunión». Matizó que su máxima preocupación es evitar la venta o el consumo o de alcohol entre menores, «onde estamos actuando, dando oportunidades para a diversificación do ocio da xuventude como estamos facendo co programa Nocturnia e outros da Concellería da Mocidade». Se refiere el regidor, como más tarde precisaron los responsables de prensa del Ayuntamiento, a que la solución pasa por trabajar «dende unha perspectiva transversal e dende diferentes áreas do goberno, tanto dende Xustiza Social, que ten un programa de sensibilización para menores sancionados por consumo, como dende a área de mocidade, con alternativas de ocio e parladoiros coa mocidade». El año pasado fueron denunciados en Galicia 789 jóvenes por consumo de alcohol, en aplicación de la Ley 11/2010 de prevención de bebidas alcohólicas en menores de edad.

Nada que ver con lo que pide la presidenta de la Federación de Asociacións Veciñais de A Coruña e Área Metropolitana. Luisa Varela dice que «ya está bien», que «lo que hay que hacer es prohibir el botellón en los jardines». Sabe que es «una decisión antipolítica y electoralista, pero hay que tomarla ya, por nuestra juventud y por mantener nuestros bienes».

De la misma opinión es el presidente de Arco Iris, Francisco Lueiro, que aboga por la prohibición del botellón en Méndez Núñez. Cree que la solución es fácil: «Declarar el espacio de especial protección». Como se hizo en la plaza del Humor o en Azcárraga.

De hecho, ya existe desde el 2008 una ordenanza local para regular la convivencia y el ocio en el espacio público. Está vigente y, según su artículo 3, en los jardines de Méndez Núñez no debería haber botellón, «por su uso abusivo del espacio público continuado en el tiempo, por el número elevado de personas concentradas y por la vulneración de niveles sonoros». Incluso hay sanciones. Como la de pisar zonas ajardinadas, castigado con multas de entre 200 y 750 euros. Pero hay otras más graves que pueden alcanzar los 3.000 euros, las que se refieren a la perturbación de la convivencia vecinal o los daños graves en el mobiliario.

Sobre el patrimonio arbóreo, valorado por el Ayuntamiento en seis millones de euros, los expertos reiteran la necesidad de proteger especies vulnerables, «sobre todo las de raíces superficiales, como el tejo», como advirtió el año pasado en La Voz el ingeniero Carlos Franco, uno de los autores del informe de tasación.

Un año desde que Ferreiro sugirió el traslado a otro punto de la ciudad

El pasado día 21 se cumplía un año desde que el alcalde de A Coruña sugería la posibilidad de trasladar el botellón de Méndez Núñez al Parrote. Una semana después, el gobierno matizaba que quizá el Parrote no fuese la mejor opción, pero quedaba abierta la puerta a una mudanza sobre la que Xulio Ferreiro, a preguntas de La Voz, dijo ayer que no había «novedad». Si llegase a concretarse, no sería el primer traslado del botellón coruñés. En el 2007 se endurecieron las protestas vecinales en las plazas del Humor y Azcárraga, donde el gobierno de Javier Losada lo prohibía en el 2008. La actividad se trasladaba entonces a Méndez Núñez, que recibiría todavía a más jóvenes a partir de noviembre del 2009, tras nuevas prohibiciones en las plazas de Santa Catalina, Cormelana y Africano.