Charcutería selecta, conservas y droguería, lo más robado en el súper

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

Un juez condena a un ladrón reincidente a no poder entrar en establecimientos de este tipo durante los próximos 5 años

25 oct 2017 . Actualizado a las 23:44 h.

Hay gente que se guarda 200 gramos de jamón serrano en el abrigo y hay quien se lleva el jamón entero. Hay personas trajeadas y con la vida resuelta que en un momento dado pasan por caja sin pagar una tableta de chocolate y las hay cuya única fuente de alimentación es el hurto en los supermercados. Malandros que roban por encargo o padres de familia con escasos recursos que se alimentan con lo que les cabe en el bolsillo del pantalón. Hay de todo y los supermercados o grandes cadenas ya no saben qué hacer para protegerse en el sexto país del mundo donde más hurtos de producen en este tipo de establecimientos.

El botín

Productos de alimentación, los más robados. Hubo un tiempo en el que lo más robado en los supermercados eran las botellas de bebidas alcohólicas. Hasta que los responsables de las tiendas las metieron en cajas de metacrilato con sistema de alarma. Se hizo lo mismo con las colonias caras o artículos de higiene o belleza, lo que redujo notablemente el número de hurtos. Ahora, lo que más se roba son productos de alimentación.

 «Piden 200 gramos del jamón más caro y lo esconden en la ropa», cuenta una encargada de Gadis. También «es muy común que los ladrones se lleven carne envasada de todo tipo». Y conservas, añade. Esa querencia por los productos alimenticios de calidad ha provocado, según una empleada de un Eroski del Agra del Orzán, que «nos viésemos obligados a poner alarma en las conservas caras». Los dulces son también objeto de deseo del malandro. Desde tabletas de chocolate a pastelitos. Lo cuentan en el Eroski de A Zapateira, un barrio residencial que no escapa al hurto. «Quien menos te esperas se lleva algo oculto»; si bien precisan que «hay muchos menos robos que en el centro».

Perfil del ladrón

Del trajeado a la que roba usando a su hijo para ocultar el botín. «A la gran mayoría de los que se dedican a eso, se les ve venir y les prohibimos la entrada», cuentan en Alcampo, donde tienen fichados a muchos delincuentes. Cuentan que «hay de todo». Desde familias que usan a sus hijos pequeños para esconder los productos, a gente que viene a robar para luego venderlo fuera a precios irrisorios. «No se puede hablar de un perfil de ladrón de supermercado», asegura un empleado de este establecimiento, «desde el que viene con traje a la que roba con un carrito de bebé, desde «el que se lleva comida para poder comer ese día al que solo se fija en productos caros».

  

El castigo

Endurecimiento de penas. Hasta hace poco más de dos años, robar en un supermercado estaba tipificado como falta, con lo que la pena no pasaba de una multa. Ahora, con el nuevo Código Penal, es un delito, que ya puede ser castigado con cárcel si lo sustraído supera los 400 euros. Además, ahora queda como antecedente penal. Antes no. Y las penas pueden abarcar incluso la prohibición de entrar en un supermercado durante un tiempo. Eso es lo que le impuso la semana pasada a un hombre el Juzgado de lo Penal número 4. Entró en el Gadis de San Andrés e intentó pasar por caja con unas pilas ocultas. Como ya fue condenado muchas veces por hurto, le impusieron la prohibición de pisar un supermercado en los próximos cinco años.

  

La seguridad

Las cadenas se blindan. Cada vez se ponen sistemas de seguridad en más productos. En estos momentos, las grandes cadenas invierten en alta tecnología. «La idea es conectar todos los sistemas de robo para crear una especie de tupida malla de seguridad. Así, desactivadores, detectores de metales, botones de emergencia, sistemas de detección de paso y circuitos de videovigilancia se sincronizan generando unas alertas que recibirán los guardas en sus teléfonos», informan en la empresa Checkpoint Systems.