El músico ferrolano presenta mañana a las 20.30 horas en el Palacio de la Ópera (entradas desde 20 euros) su último disco, Desde una ventana, después de un largo tiempo sin subirse a un escenario por estos lares: «Llevo un año y pico sin actuar en casa, ya iba siendo hora», señala Andrés Suárez con cierto nerviosismo.
-¿Por qué tanto tiempo sin tocar por aquí?
-Porque tenía que parar. La gira anterior fue de casi cien conciertos, con un colofón bestial en el Palacio de los Deportes de Madrid, con Joan Manuel Serrat de invitado. Y a eso súmale que fue una época de cambios: cambio de mánager, de domicilio... Pero fíjate, a pesar de todo, ha sido una etapa en la que he pasado de la oscuridad a la luz. Ahora estoy en un momento muy luminoso, sumamente feliz. Y lo celebré descansando. Además, para enfrentarte a una gira tienes que estar muy bien de cabeza, de voz, de espalda...
-¿Sigue siendo especial tocar en casa?
-Espero que no se ofenda nadie, pero a mi tocar en casa me pone muchísimo. Veo a gente que lleva viniendo a mis conciertos 17 años. Que ya vienen con sus hijos y que me vieron actuar en los bares de A Coruña. Así que estoy nerviosísimo.
-De tocar en bares a llenar el Palacio de la Ópera.
-Impone, desde luego. Pero si algo caracteriza a mi carrera es la lentitud. A mí me venían a ver al principio cuatro gatos. Después cinco, luego quince... Y así hasta llenar el Palacio de la Ópera. Pero creo que ahí está el acierto. No creo en las carreras que en un día se forjan 15.000 fans, porque igual al día siguiente, tal y como aparecieron, desaparecen esos seguidores.
-¿Echa de menos los bares en los que empezó a tocar?
-No te creas, porque sigo yendo. Aunque ahora esté tocando en recintos grandes suelo volver a los locales donde empecé. Si te olvidas de tus orígenes es imposible saber hacia dónde vas. Volveré a tocar en el metro, seguro, y con la cabeza bien alta.