El martes el señor Feijoo, en rueda de prensa, con el presidente de Puertos del Estado sentado detrás, callado con cara de circunstancia, «dictó su visión» del futuro del puerto de A Coruña, como si fuera su cortijo. Más allá de la descortesía institucional, soltó la perla que justificaba la escena: los terrenos de La Solana. Intentó que, mezclando otros brindis al sol, quedase diluida. Pero no. Hace meses el consejo de administración del Puerto, de forma unánime, decidió venderlos por un precio de salida de 1,4 millones. Pero ¡ay! La ciudad dijo que lo compraba, algo con lo que alguien no contaba. A instancias del PSOE, que puso de acuerdo a Marea y al PP, ejemplo de lo que debería de ser este proceso, se aprobó pagar para que, cuanto antes, lo recuperase la ciudad. Debería ser gratuito, pero la financiación del puerto exterior obligaba. Pues bien, ahora ¡renuncian a ese dinero para que siga siendo del Puerto! Y esto ¿Lo decidió el consejo de administración en reunión secreta? ¿Ya no hace falta financiación? ¿Pretende contentar a alguien con «especial interés» en esos terrenos esperando que en un futuro «las cosas» cambien? Mal camino es ese, señor Feijoo, para que la ciudad encuentre la mejor solución.