Fallece Alberto Martí Villardefrancos, la memoria fotográfica de A Coruña

La Voz A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

XOSE CASTRO

El reportero, que tenía 95 años, será enterrado mañana en el cementerio de San Amaro

30 sep 2017 . Actualizado a las 17:16 h.

El fotoperiodista Alberto Martí Villardefrancos murió ayer a los 95 años. «Mis negativos son mi herencia», dijo en una de las muchas entrevistas que a lo largo de su vida se le reclamaron como testigo del devenir coruñés. Así es, Martí, que durante ocho decenios retrató la vida de la ciudad, deja un legado extenso como testimonio de lo ocurrido en la historia reciente. Gran parte del cual la publicó en las páginas de La Voz de Galicia, a la que permaneció vinculado hasta su jubilación, en 1982.

Un terrible accidente de tráfico, que le causó 33 fracturas, lo apartó temporalmente ese año de la cámara, de la que, sin embargo, nunca se alejó. Aún retirado, continuó colaborando con el diario y hasta junio pasado acudió regularmente a su cita con los micrófonos de Radio Voz.

Nacido en Santiago el 14 de marzo de 1922, comenzó a trabajar de niño y muy pronto, a los 10, ya hizo su primera instantánea. Una foto de las galerías de la Marina inauguró una carrera vital de la que no se escapó prácticamente ningún hecho relevante de lo sucedido durante su intensa y dilatada trayectoria. Con apenas 12 años entró como chico de los recados en Foto Blanco, un negocio que acabó gestionando y desde el que engrandeció el álbum común de la actualidad compartida con la sociedad que retrató.

Suyas son imágenes que forman parte del recuerdo común de varias generaciones, como las de los emigrantes que partían desde el puerto de A Coruña a buscar fortuna al otro lado del Atlántico. La visita del rey Abdalá, el regreso de Salvador de Madariaga del exilio, el incendio del pazo de Meirás o el gordo de la Lotería que regó de millones la ciudad son algunas de esas instantáneas que su objetivo captó en su inquieta misión de dejar constancia gráfica de todo cuanto ocurría.

Sus negativos se cuentan por millones, mereció premios por su sagaz visión de la noticia, pero se enorgullecía sobre todo de tener un único vicio, trabajar, y de ser el gran publicista de A Coruña. «Nadie le ha hecho más propaganda a la ciudad que yo», aseguraba. Cazador de noticias y personajes, ninguna de esas imágenes fue, sin embargo, su preferida. «La que más me gusta se la hice a un viejo en la Cocina Económica», confesaba mucho antes de que ayudar a alimentar a los de menos fortuna centrase buena parte de sus esfuerzos.

Alberto Martí, la memoria fotográfica de A Coruña, será enterrado mañana, a las 13 horas, en San Amaro.

Un hombre volcado con los menos favorecidos al frente de la Cocina Económica 

Alberto Martí hubiese cumplido un decenio al frente de la Cocina Económica en dos años. El fotoperiodista cogió las riendas de la entidad en el 2009, aunque su relación con este símbolo coruñés con más de 130 años de historia comenzó mucho antes. «He ayudado a esta entidad desde hace más de 65 años», aseguraba en una entrevista concedida en el 2012.

La entidad, que reparte comida a miles de personas sin recursos en la ciudad, se financia a través de la aportación de más de 3.500 colaboradores. «Cuando me eligieron presidente, me negué. Pero mi hija me dijo que cuando a uno lo eligen para hacer el bien común, hay que contribuir, así que acepté el cargo», aseguró el propio Alberto Martí.

Premio Nacional de Periodismo Gráfico por la foto de un atraco a punta de navaja

A lo largo de los ocho decenios que Alberto Martí se mantuvo tras el objetivo de una cámara, recibió gran cantidad de premios nacionales e internacionales, en ciudades como Madrid, Barcelona y Buenos Aires, y parte de su obra está publicada en un libro monográfico editado por el Ayuntamiento de A Coruña. Pero, sin duda, uno de los galardones más recordados del histórico fotógrafo fue el Premio Nacional de Periodismo Gráfico por la instantánea que tomó de un perturbado que amenazaba al camarero del bar L’Hardy, en la calle de los Olmos, tras haber apuñalado a dos clientes. Una instantánea destacada entre los millones de negativos que almacenaba en su archivo, en la plaza de la Cubela.