La escritora fue recibida en A Coruña de forma apoteósica por sus convecinos en 1919
25 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.«-¿Qué quieres? Interrogó uno de ellos.
-Ver al compañero Troski.
-¿Y tú quién eres?
-Un representante de la prensa española.
Se la dejó pasar. Los revolucionarios iban y venían (…). La interrogaron de nuevo.
-¿Representa usted a la prensa socialista española?
-No. Soy católica y monárquica y escribo para un periódico conservador. Pero siento una viva simpatía por la revolución».
Lo consiguió: entrevistó a Troski. Ya lo había publicado en el ABC del 2 de enero de 1918, pero ahora lo contaba a un selecto grupo de la alta burguesía coruñesa en el jardín del Pazo de la Peregrina, en O Portádego, dónde la familia Linares Rivas ofrecía un garden party en su honor, siendo recogidas sus palabras por el periódico El Orzán. Sofía Casanova llevaba dos días en A Coruña, su ciudad natal.
Nacida en 1861 en la calle San Andrés, se había convertido en una de las mujeres más relevantes de España por su calidad literaria como novelista, poetisa y periodista. Casada en 1887 con el escritor y aristócrata polaco Wincenty Lutoslaswki, vivió en Polonia y Rusia las vicisitudes de la Gran Guerra y la revolución bolchevique, convirtiéndose en la primera corresponsal de guerra española y en memoria viva de lo acontecido. En 1919 pudo regresar España, siendo invitada por el empresario Laureano Salgado a pasar una temporada de descanso en Galicia. El 15 de julio llegó a Caldas de Reis, quedándose todo el verano. Una vida apasionante que podemos seguir en la biografía publicada por la profesora Rosario Martínez.
El 26 de julio la esperaban en A Coruña. Hacia las siete de la tarde el comité de bienvenida, formado por el alcalde, los presidentes de las sociedades culturales y recreativas y otras personalidades, salió a su encuentro en Palavea. Allí se formó una caravana de automóviles que se dirigió a la ciudad.
Las calles por las que pasaron, desde la avenida Fernández Latorre hasta A Mariña, tenían los balcones engalanados y estaban repletas de gente. A su paso los hombres se quitaban el sombrero, las mujeres agitaban los pañuelos y los aplausos eran atronadores. Dieron la vuelta por Rego de Auga, calle Real, Castelar (hoy rúa Nova) y San Andrés para llegar a la sede del Circo de Artesanos donde fue recibida y saludada por numerosas mujeres y representantes de las instituciones académicas, civiles y militares.
Después se alojó en el hotel Palace teniendo que asomarse al balcón para saludar a la muchedumbre en medio de un entusiasmo, según la prensa, delirante. La ciudad entera estaba rendida a sus pies.
En los días sucesivos protagonizó numerosos actos. Visitó Mera donde era muy querida, pues había vivido allí con toda su familia de 1896 a 1898, el Refugio, la cárcel del Parrote y el sanatorio de Oza, participó en almuerzos y fiestas, recibió visitas, destacando la de las damas enfermeras de la Cruz Roja y las cigarreras, recibió serenatas de la banda del regimiento de Isabel la Católica y de Cantigas da Terra, y dio una conferencia en el Circo sobre sus experiencias y reflexiones de la guerra y la revolución. Marchó el 2 de agosto. Fue, según ella, su «semana gloriosa».
Historias con historia
«Soy católica y monárquica, pero siento una viva simpatía por la revolución»
«Nacida en 1861 en San Andrés se había convertido en una de las mujeres más relevantes»