La semana gloriosa de Sofía Casanova

Por Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

retrato de Sofía Casanova que apareció en la portada de su novela Lo eterno publicada en 1917
retrato de Sofía Casanova que apareció en la portada de su novela Lo eterno publicada en 1917 Cedida

La escritora fue recibida en A Coruña de forma apoteósica por sus convecinos en 1919

25 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«-¿Qué quieres? Interrogó uno de ellos.

-Ver al compañero Troski.

-¿Y tú quién eres?

-Un representante de la prensa española.

Se la dejó pasar. Los revolucionarios iban y venían (…). La interrogaron de nuevo.

-¿Representa usted a la prensa socialista española?

-No. Soy católica y monárquica y escribo para un periódico conservador. Pero siento una viva simpatía por la revolución».

Lo consiguió: entrevistó a Troski. Ya lo había publicado en el ABC del 2 de enero de 1918, pero ahora lo contaba a un selecto grupo de la alta burguesía coruñesa en el jardín del Pazo de la Peregrina, en O Portádego, dónde la familia Linares Rivas ofrecía un garden party en su honor, siendo recogidas sus palabras por el periódico El Orzán. Sofía Casanova llevaba dos días en A Coruña, su ciudad natal.

Nacida en 1861 en la calle San Andrés, se había convertido en una de las mujeres más relevantes de España por su calidad literaria como novelista, poetisa y periodista. Casada en 1887 con el escritor y aristócrata polaco Wincenty Lutoslaswki, vivió en Polonia y Rusia las vicisitudes de la Gran Guerra y la revolución bolchevique, convirtiéndose en la primera corresponsal de guerra española y en memoria viva de lo acontecido. En 1919 pudo regresar España, siendo invitada por el empresario Laureano Salgado a pasar una temporada de descanso en Galicia. El 15 de julio llegó a Caldas de Reis, quedándose todo el verano. Una vida apasionante que podemos seguir en la biografía publicada por la profesora Rosario Martínez.

El 26 de julio la esperaban en A Coruña. Hacia las siete de la tarde el comité de bienvenida, formado por el alcalde, los presidentes de las sociedades culturales y recreativas y otras personalidades, salió a su encuentro en Palavea. Allí se formó una caravana de automóviles que se dirigió a la ciudad.

Las calles por las que pasaron, desde la avenida Fernández Latorre hasta A Mariña, tenían los balcones engalanados y estaban repletas de gente. A su paso los hombres se quitaban el sombrero, las mujeres agitaban los pañuelos y los aplausos eran atronadores. Dieron la vuelta por Rego de Auga, calle Real, Castelar (hoy rúa Nova) y San Andrés para llegar a la sede del Circo de Artesanos donde fue recibida y saludada por numerosas mujeres y representantes de las instituciones académicas, civiles y militares.

Después se alojó en el hotel Palace teniendo que asomarse al balcón para saludar a la muchedumbre en medio de un entusiasmo, según la prensa, delirante. La ciudad entera estaba rendida a sus pies.

En los días sucesivos protagonizó numerosos actos. Visitó Mera donde era muy querida, pues había vivido allí con toda su familia de 1896 a 1898, el Refugio, la cárcel del Parrote y el sanatorio de Oza, participó en almuerzos y fiestas, recibió visitas, destacando la de las damas enfermeras de la Cruz Roja y las cigarreras, recibió serenatas de la banda del regimiento de Isabel la Católica y de Cantigas da Terra, y dio una conferencia en el Circo sobre sus experiencias y reflexiones de la guerra y la revolución. Marchó el 2 de agosto. Fue, según ella, su «semana gloriosa».

Historias con historia

«Soy católica y monárquica, pero siento una viva simpatía por la revolución»

«Nacida en 1861 en San Andrés se había convertido en una de las mujeres más relevantes»