La sorprendente visita del almirante Howard con sus 650 acompañantes

Por Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

cedida

En 1605, el vencedor de la Armada Invencible llegó por sorpresa a la ciudad con el fin de firmar la paz con España

18 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo esperaban en Santander y se presentó en A Coruña. Charles Howard, conde de Nottingham, gran almirante de Inglaterra, venía a España como embajador del rey Jacobo I Estuardo para ratificar la firma del Tratado de Londres que, el 28 de agosto de 1604, había puesto fin a la larga guerra entre ambas potencias. Cada una de las partes deseaba la paz, pero quería mostrar a la otra que no lo hacía por debilidad, sino que su grandeza permanecía intacta; por eso sus actos estuvieron cargados de magnificencia para impresionar al otro y recordarle con quién estaba tratando. Los memoriales de la época nos cuentan que el 17 de abril de 1605 arribaron al puerto coruñés cuatro navíos ingleses. De ellos salió una delegación que fue recibida por Luis Carrillo, conde de Caracena y Capitán general del reino de Galicia. Le informaron que traían el equipaje del embajador y almirante Howard y le notificaban que pronto llegaría. Superada la sorpresa, el conde de Caracena ordenó inmediatamente preparar aposentos para los ingleses y construir un puente de madera de unos cien pasos hacia el mar para facilitar su desembarco. Luego mandó aviso al rey Felipe III.

El 25 de abril llegó Howard con cuatro grandes galeones, un patache y un cortejo formado por ¡650 hombres!. A la altura del castillo de San Antón les hicieron salva desde las murallas de la ciudad y el fuerte de Santa Cruz, respondiendo los ingleses con toda su artillería. Acto seguido el conde de Caracena, con los capitanes españoles, salió en una falúa a visitar al almirante inglés. Tras los saludos de rigor, acordaron realizar el desembarque y recepción al día siguiente.

Fue una «perversidad deliciosa». Charles Howard había sido quién había organizado el ataque a la Armada Invencible española en 1588, frustrando la invasión de Inglaterra planificada por Felipe II, y además había dirigido la expedición de saqueo de Cádiz en 1596. Era un vencedor y temible enemigo y ahora iba a ser recibido con todos los honores y además en la ciudad que había resistido la acometida de Drake en 1589. Debió sentirse muy satisfecho. A la hora convenida Howard y su séquito desembarcaron en el puente de madera, en medio de grandes salvas de artillería. Los esperaban el conde de Caracena y todas las autoridades. De seguido marcharon hacia la plaza de la ciudad (hoy Azcárraga) con música y tambores, yendo muy galantes todos los caballeros ingleses. Allí un escuadrón de infantería abatió las banderas e hizo salva de mosquetería. Después Howard y sus oficiales fueron aposentados en Capitanía y agasajados con una espléndida cena y fiesta. En los días sucesivos siguieron siendo atendidos con toda liberalidad y abundancia.

Recibidas las provisiones que estaban en Santander se organizó la gran comitiva para trasladarlos hasta Valladolid, donde los aguardaba Felipe III para ratificar el tratado e invitarlos al bautismo de su recién nacido hijo, el futuro Felipe IV. El 13 de mayo partieron. Iban 600 ingleses, herejes protestantes, acompañados de cientos de hombres y caballos a su servicio, hacia el corazón de la España católica.

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«La gran comitiva se organizo para ir a Valladolid donde les aguardaba el rey Felipe III»

«Era un vencedor y temible enemigo y ahora iba a ser recibido con todos los honores»