Edificios inacabados acogen indigentes, okupas y botellones

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

Vecinos denuncian la peligrosidad y conflictividad de estos esqueletos abandonados

18 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Todos los barrios tienen el suyo. O los suyos. Fueron símbolos de la opulencia del ladrillo pero hoy solo son cadáveres de hormigón, hogar de indigentes, y okupas, o espacios para el botellón. Abandonados a su suerte por empresas de la construcción que quebraron durante la crisis económica, los administradores concursales llevan años buscando un comprador que concluya la obra. No es fácil.

Además, el problema de que haya edificios a medio hacer sin que nadie les meta mano no es tanto que haya gente que se cuele arrastrada por cualquier vicio, sino lo que les pueda ocurrir. Allá donde se levanta un esqueleto de hormigón, sus vecinos temen que «cualquier día haya una desgracia». Será entonces «cuando nos lamentaremos». Sin medidas de seguridad, con huecos por todas partes y materiales ya podridos por el paso del tiempo, estos inmuebles «son un auténtico peligro».

Tragedias aparte, esas estructuras no dan más que problemas. En la ronda de Monte Alto, por ejemplo, hay uno al que la policía acude cada dos por tres para sacar de ahí a jóvenes que se reúnen para beber. «Vienen los agentes, los echan, y al rato vuelven. Así llevamos años, dice el propietario del bar que está enfrente.

En la ronda de Nelle con la calle Nuestra Señora de Fátima hay un gigantesco esqueleto que sirve de hogar a indigentes y hasta de almacén para que ladrones de cobre o de lo que sea guarden los botines. «Han tapiado todo lo que es el bajo y puesto una puerta. El primer día ya la forzaron», comenta Emilio Rilo, vecino de la zona.

Lo mismo ocurre en la calle Argentina. O en la plaza de Padre Rubinos, en los Mallos. También en As Xubias. Ahí se levanta el esqueleto más antiguo de la ciudad. Lleva muerto 30 años. Tiene cuatro plantas de más de seiscientos metros cuadrados cada una. Hoy está comido por la maleza y el musgo, y es lugar de encuentro de jóvenes que beben y se juegan la vida saltando por sus ruinas.

El Ayuntamiento se ve obligado a tapiar los bajos ante la inacción de administradores

El Ayuntamiento gastó en 2014 nada menos que 150.000 euros en tapiar los bajos de 21 esdificios inacabados de la ciudad. La mayoría, abandonados incluso con los andamios puestos. Hubo que hacerlo porque la inmensa mayoría de estos esqueletos están ahora en manos de los administradores concursales, poco dados a resolver los problemas que causan los inmuebles y más preocupados por venderlos al mejor postor y así pagar las deudas que dejaron a su espalda las empresas constructoras quebradas.

Ejemplo de ello es un edificio de Vioño, en la calle Igualdad. Ahí murieron dos personas, fue utilizado por ladrones para saltar al edificio contiguo y robar, y en él suelen dormir indigentes. Cuando los vecinos protestaron, el Ayuntamiento tapió el bajo. No con la altura suficiente, por lo que nada se ha resuelto.

A las autoridades locales no le resulta nada fácil meter mano en estos esqueletos. Aparte del dinero, el sendero burocrático para llegar a retirar un andamio es muy complejo. Son necesarios trámites de licencias, contabilidad, contratación y en el registro de la propiedad. Hay que comprobar que la obra no se ha hecho, si ha caducado, declarar la caducidad, comunicarla, diseñar un plan de actuación para la retirada, presupuestarlo, ordenar la ejecución al propietario, notificar que no ha hecho caso (lo que es habitual), iniciar un expediente de ejecución subsidiaria, contratar la obra de retirada y pagarla. Luego se pasará la factura al propietario, suponiendo que se le pueda localizar, algo nada fácil.