Seis años con raíles, pero sin tranvía

La Voz

A CORUÑA CIUDAD

El transporte turístico continúa aparcado mientras el trazado se deteriora y dificulta la circulación

10 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Seis años se han cumplido desde que el tranvía dejó de ser foto fija para los turistas en A Coruña. Sin embargo, su recuerdo pervive en tierra y aire. El trazado férreo y las catenarias continúan a lo largo del paseo marítimo para fastidio de no pocos conductores que zigzaguean para no dejarse las ruedas en las fochancas que el tiempo ha ido horadando entre las vías, a riesgo de salirse de la calzada. El último accidente, el pasado martes, volvió a poner de actualidad el futuro de un medio de transporte en vía muerta desde julio del 2011 y cuya reactivación no figura como prioritaria para las autoridades locales, que por el momento tampoco han hecho público si se retirará la plataforma sobre la que circuló durante catorce años.

Sus raíles siguen ahí, aunque el tranvía ha pasado a la historia. Y en más de una ocasión. La primera, allá por el verano de 1962, cuando nuevos medios de transporte aparcaron el más tradicional de los vehículos colectivos a favor de los autobuses.

El socialista Francisco Vázquez lo recuperó el 10 de mayo de 1997, cuando entre As Lagoas y el castillo de San Antón volvió a circular un mellizo del viejo Siboney, aquel que llegó a conectar A Coruña con Sada. Se anunció entonces como punta de lanza del que iba a ser (y nunca fue) el transporte del futuro: el metro ligero. En el 2003, se añadiría el tramo del Matadero a las Esclavas.

Con las imágenes de Lisboa o Palma en la memoria colectiva, pronto el eléctrico captó la atención de los visitantes y el tranvía se reafirmó como reclamo turístico. Hasta cerca de 190.000 al año -lejos de los 300.000 previstos- llegaron a subirse a la traqueteante máquina que permitía ir a bordo de la historia y el paseo marítimo a un tiempo.

Pero el indulto le duró poco al tranvía. El 7 de julio del 2011 un pequeño descarrilamiento en Riazor, frente al intercambiador de Hacienda, destapó la existencia desde dos años antes de advertencias sobre las serias deficiencias en el trazado y dio la excusa perfecta al gobierno local en aquel momento, que ya había cambiado de color, para anunciar la que en principio iba a ser su suspensión temporal. Nunca dijo el PP que no volvería a poner en marcha la nostalgia sobre raíles, e incluso se llegaron a presupuestar en el 2013 algo más de 360.000 euros y se ejecutaron algunos sondeos y trabajos de mejora en pequeños tramos. Pero ya no volvió a circular. Y hasta hoy.

Aquella maquinaria que por dos euros permitía recorrer el paseo a bordo de un vehículo histórico y en cuya puesta en marcha se habían invertido 12 millones de euros, acumulaba cada año un déficit de 200.000 euros en un agujero que desde el 2007 se agrandó con la obra del Parrote. En tiempos de crisis, quedó en el olvido cualquier rescate.

Veinte mil euros de mantenimiento anual

Cuando en el verano del 2011 se paralizaron los viajes del tranvía, el gobierno municipal de entonces encargó una auditoría para evaluar las deficiencias del trazado y cuantificar el coste de su recuperación. El ejecutivo del PP cifró entonces en 2,4 millones el desembolso necesario para renovar los 830 metros de raíles que, en aquel momento, estaban deteriorados y se planteó, e incluso llegó a proyectar, un plan a medio plazo para volver a poner en funcionamiento solo parte de la línea, el tramo entre las Esclavas y la Torre. Según los cálculos, se necesitarían 825.000 euros de inversión.

Sin embargo, la idea se fue posponiendo y el actual ejecutivo municipal confirmó que su reposición no entraba entre sus prioridades precisamente por el elevado coste.

Desde entonces, el Ayuntamiento desembolsa cada año 20.000 euros para un mantenimiento mínimo y para la custodia de los vehículos históricos que, entre el óxido y la maleza, siguen a la espera en las cocheras de la Torre.