El botellón toma la cárcel de la Torre ante la falta de vigilancia

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

cedida

Grupos de jóvenes acuden frecuentemente a unas instalaciones en estado de abandono

01 sep 2017 . Actualizado a las 07:51 h.

Recuperada para la ciudad el año pasado gracias a un convenio entre Interior y el Ayuntamiento, a estas alturas y según los planes que tenía el gobierno local en enero, la vieja prisión provincial de la Torre debería tener ya reformada la cubierta y estar preparada para empezar a acoger exposiciones y conciertos. Pero no. Ni se hicieron las obras, previstas para el pasado mes de abril, ni nadie asoma por allí, salvo grupos de jóvenes para hacer botellón y disfrutar a su antojo de las instalaciones. Unas fotografías aparecidas estos últimos días de chicos y chicas jugando a reclusos y carceleros demuestran que el antiguo centro penitenciario no tiene ni vigilante. Por ahí no apareció un guarda jurado desde que el Ministerio del Interior cedió su uso a la ciudad el año pasado pese a que el Ayuntamiento se comprometió a su cuidado y custodia.

Sin cartel de prohibido el paso, lo único que se hizo para evitar que cualquiera se colase fue tapiar ventanas. Como hacen los propietarios de casas vacías para evitar que entren okupas. El problema es que esta vieja prisión es como un queso gruyer y las tapias, en algunas zonas, se superan sin dificultad.

A la prisión provincial, castigada por un absoluto estado de abandono, se le iba a hacer de todo y todavía no se le hizo nada. El Ayuntamiento se limitó a abrir sus puertas a los ciudadanos el pasado 25 de enero y a anunciar que a finales de este año comenzarían las actividades culturales.

El propio alcalde afirmó entonces que su gobierno sacaría a concurso la gestión del espacio para concedérselo a una entidad sin ánimo de lucro. Tampoco el concejal de Rexeneración Urbana, Xiao Varela, acertó con las fechas. En enero aseguró que las obras de remodelación del espacio se licitarían en un mes y medio y que el plazo de ejecución sería de tres meses. Esos trabajos que no se han producido están tasados en 240.000 euros y se centraban en la puesta a punto de una cuarta parte de la antigua prisión provincial, que será el espacio que se cederá para actividades artísticas y de recuperación de la memoria histórica, entre otros usos. El Concello, según se explicó entonces, contará con una sala y se hará cargo de los gastos de agua y luz.

Obras programadas

Aunque todavía nada se hizo al incumplirse los plazos dados, llegará el día, según las promesas que hizo el gobierno municipal, en que la prisión provincial será objeto de trabajos de acondicionamiento y reparación para asegurar la protección de su estructura. Ya en el convenio de cesión entre Interior y el Ayuntamiento, el gobierno local asumía ineludibles obligaciones, como «la realización de obras de conservación, mantenimiento y remodelación total o parcial sobre el inmueble que resulten necesarias para el desarrollo adecuado y seguro de las actividades autorizadas».

El modelo de gestión y sus usos se están definiendo. Entidades sociales y culturales tomarán como base «o traballo feito nos últimos anos polo Proxecto Cárcere», según destacó el alcalde Xulio Ferreiro. En enero, este colectivo que llevaba seis años reivindicando la cesión del inmueble a la ciudad y su apertura como centro sociocultural y espacio de memoria, le entregó al gobierno local su propuesta de usos para el edificio, que -defiende- debe tener un funcionamiento autogestionado.

Mil ideas para un edificio que solo durante un tiempo estuvo abierto al público

La prisión provincial de Teixeiro abrió sus puertas en 1998. Entonces, la de A Coruña quedó abandonada y para ese inmueble, cuyo suelo compró el Ayuntamiento en 1925 por 19.000 pesetas, surgieron mil ideas. Ninguna se concretó. En la parcela, de 12.792 metros cuadrados, el exalcalde Francisco Vázquez quiso crear la Casa de la Creatividad o de la Tecnología, allá por el cambio de milenio. La idea fue evolucionando y mientras los vecinos de Monte Alto pedían que se hiciera allí un centro de día, el gobierno local anunciaba un espacio vecinal y un uso similar al del Fórum Metropolitano, aunque cuatro veces más grande.

Hacia el 2009 la idea que mandaba era la de convertir la prisión en un parador, aunque también se hablaba de ella como Museo de los Faros -por su cercanía a la Torre- y sonó también su nombre como ubicación de un vivero de empresas. También se barajó poner allí la colección de coches del Museo de la Automoción de la Fundación Jorge Jove, aunque el proyecto, como el resto, tampoco prosperó.

Deterioro

Más allá de las ideas para transformar la prisión, el inmueble, en continuo deterioro desde su cierre como cárcel, solo llegó a abrir al público durante una breve temporada durante el bipartito. Allí se celebraron conciertos y actos culturales y los vecinos pudieron entrar a pasearse por las viejas celdas. El desacuerdo entre instituciones acabó suponiendo el cierre del inmueble. El edil Xiao Varela pretende que a principios del 2018 se puedan celebrar actividades culturales.