Viagra, «recuerdo de A Coruña»

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

Las compras de los cruceristas tiran más hacia las bebidas alcohólicas y ciertos medicamentos que hacia los suvenires

20 ago 2017 . Actualizado a las 23:37 h.

El suvenir es anterior al márketing turístico y la prueba vive en los extranjeros que se despiden de A Coruña agitando una mano en el aire desde la cubierta de su trasatlántico y agarrando con la otra su caja de viagra recién comprada en la farmacia de Puerta Real. Sandra Dubra despacha unas cuantas. «Vienen con las recetas de sus médicos y se van con Viagra, con inhaladores, inmunodepresores, productos sanitarios que son mucho más baratos aquí que en sus países de procedencia, incluso sin receta», explica la farmacéutica, que descubre los mil apuros del universo crucerista. Remedios para los mosquitos, pastillas para el mareo, medicamentos antidiarreicos, analgésicos, protectores solares... «Los hay que llegan con quemaduras serias y por mucho que les aconsejes compran un gel de 3 euros. Y los hay que te piden artículos de alta cosmética o te enseñan fotos de su crema habitual, a lo mejor de 90 o 100 euros».

Farmacia, estanco y súper

Cubiertas las necesidades básicas, los navegantes se dirigen al estanco y el supermercado, los dos lugares por los que preguntan nada más desembarcar para surtirse de tabaco y alcohol. «Las bebidas alcohólicas son muy caras a bordo y aprovechan los puertos para comprar vino y destilados», explica un camarero de A Franxa. En las cajas del Gadis de San Agustín ya son como del barrio, matrimonios jubilados casi todos, comprando un par de botellas o tres, ni cesto cogen.

Después van de compras los que van. En su tienda de suvenires, que tiene entrada por la plaza de María Pita y Puerta Real, Mercedes García está percibiendo este verano un trajín que no veía desde hace años. Les entran por los ojos las camisetas, cerámicas, bufandas, viseras y demás complementos futboleros, los recuerdos de España. Y los que más gastan, «con diferencia, los estadounidenses y latinoamericanos. Vienen un mes a Europa y el poder adquisitivo es alto. Los ingleses, por ejemplo, no compran nada», asegura.

«El Inserso inglés», resume Adolfo López Cabrera, presidente de los comerciantes de A Coruña (FUCC) y propietario de una tienda de cerámicas detrás de Puerta Real desde la que ha ido afinando su análisis sobre el impacto de los cruceros. «A ver, el gasto depende primero de si el barco sube o baja. Si baja, olvídate. Salen de Southampton y el primer día de viaje quién compra. Nadie. Después: entre el 10 y el 15 % de los pasajeros no desembarcan. Un crucero de estos es como una ciudad, tiene de todo y la empresa hace todo lo posible para que los pasajeros gasten a bordo y no fuera. Y luego, no es lo mismo un barco de ingleses jubilados a los que les regalan el viaje con el plan de pensiones que los que llegan del Caribe en primavera para hacer la temporada de verano por los fiordos. Estos tienen otro nivel», resume Adolfo López.

Sobre el impacto de la visita en los bares y restaurantes también hay opiniones variopintas: «Los alemanes beben más», «comer, comen pinchos», «un café al desembarcar», «cerveza y tapa y se acabó». Y todo por la wifi.