La «Pottermanía» invade los Mallos

Iago Sánchez / d.s. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Centenares de personas participaron en pruebas basadas en el universo ficticio de J. K. Rowling

09 jul 2017 . Actualizado a las 08:57 h.

Fueron muchas, más de 300, y vestidas de magos, las personas que ayer abarrotaron el barrio de los Mallos. En este caso el expreso de Howarts en lugar de arribar a la estación de Hogsmeade lo hizo a la de A Coruña. Ya desde por la mañana se podía ver por la calle de Ángel Senra a multitud de pequeños, y no tan pequeños, disfrazados de Harry Potter y demás personajes de la saga creada por J. K. Rowling. El pistoletazo de salida de las pruebas se dio en la tienda El Caldero de Peltre, cuyas dueñas, Ana Capelán y Delia Estráviz, son las autoras de esta idea. «Se nos ocurrió un día hacer una yincana de Harry Potter y el barrio se movilizó muchísimo. Fuimos preguntando por las tiendas y me llevó media mañana que se apuntaran», comentaba ayer Delia. La iniciativa no es nueva, en marzo ya se había realizado una experiencia similar, «pero la de ahora está mejor organizada», aclara Estráviz.

A lo largo de todo el día los comercios del barrio se transformaron en lugares de fantasía en donde la gente podía acudir a las clases de adivinación de Sybill Trelawney en la tienda Luces de Bohemia. «Poco a poco nos hemos ido metiendo en el mundo Harry Potter», explicó Sybill (de nombre real Alba Balsa), dueña del negocio. En su establecimiento se llevaron a cabo adivinaciones por medio de hojas de té. «Sé distinguir una adivinación de una trola. Si no me dan el augurio que yo quiero no les sello la prueba», puntualiza. En una de las encrucijadas de la calle, Scamander daba clases de varita ante un grupo de estudiantes mientras intentaba que el viento no se llevara su maletín de herramientas.

Durante todo el día personajes venidos de otro mundo se pasearon por las calles del barrio

Tanta era la fiebre de Harry Potter que por un momento en la Farmacia de Carmen se cambiaron los medicamentos por las pócimas. Allí los participantes tenían que superar un complicado examen de botánica. «Les enseñamos unas plantas y ellos tiene que identificarlas», indicaban Alicia y Catalina, las hijas de la propietaria. Todo ello en una jornada en la que, por un momento, las tornas cambiaron y los muggles pudieron entrar en Howarts.