La obra de Alfonso Molina obliga a expropiar 61.000 metros por 3,7 millones de euros

Eduardo Eiroa Millares
Eduardo Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

Las plataformas para el bus serán más anchas y quedarán fuera de los carriles de incorporación

01 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Ministerio de Fomento sometió ayer al trámite de información pública el proyecto de remodelación e integración ambiental de la avenida de Alfonso Molina, que supondrá una importante reforma del principal acceso a la ciudad. Si los trabajos siguen los plazos previstos, la obra estará finalizada en el año 2020. Pero para poder concretar ese plazo falta todavía un trámite importante, las expropiaciones del terreno necesario a ambas márgenes de la vía para poder ampliar la calzada, que incorporará un carril más en cada sentido de la circulación, varias vías de servicio laterales, sendas peatonales y ciclistas y zonas verdes a lo largo de un kilómetro y medio.

Para habilitar todo ese espacio es imprescindible expropiar, como recuerda Fomento: «Previamente a la ejecución de las obras deberá suscribirse un acuerdo entre el ministerio y el Ayuntamiento de A Coruña relativo a la gestión de las expropiaciones de los bienes y derechos afectados, necesarios para materializar esta actuación».

Los cálculos de Fomento pasan por unos 3,7 millones de euros, que permitirían habilitar 61.358 metros cuadrados de terreno, de los cuales 57.563 (el 93,8 %) corresponden a espacios catalogados como suelo urbanizado; 6.633, como jardines, y 4.718 metros, como dominio público. Estas cifras son el resultado de aplicar la ley, que considera como zona a expropiar la constituida por terrenos ocupados por la autopista, más una franja de ocho metros a cada lado, y otra de tres metros en ramales de los enlaces.

Paradas de bus alineadas

Además de la incorporación de un carril en cada sentido de la circulación entre la autopista y Ponte da Pedra, y de los nuevos enlaces previstos en ese punto, en el Ofimático, o en la salida de la AP-9, una de las grandes novedades del proyecto es la de las paradas de bus. Estas contarán con una plataforma más ancha y, además, quedarán exentas, fuera de los carriles de incorporación. Los vehículos que cojan los ramales de salida de Alfonso Molina no llegarán hasta esas plataformas, se desviarán antes para no interferir con la maniobra de arranque y aceleración de los buses. Otra característica de las paradas es que quedarán casi alineadas. Es decir, a la par en ambos sentidos, y no como ahora, a bastante distancia una de otra.

En cuanto al plan municipal de incorporar pasos para reptiles, insectos y otras especies, el proyecto de la consultora de ingeniería Ineco realiza una amplia prospección de flora y fauna, con un estudio pormenorizado, y descarta el planteamiento municipal: «Teniendo en cuenta que no se ha detectado fauna de interés en el entorno, ya que se trata de una zona ya antropizada, y que las actuaciones se limitan a pequeñas correcciones sobre una infraestructura existente y en uso, no se han considerado medidas específicas de protección a la fauna. Se entiende que con las medidas de protección de la vegetación y el suelo son suficientes para no incrementar el impacto que ya sufre la fauna en este lugar».

Ferreiro se apunta el mérito de un proyecto «máis sostible», y Mato le exige «agilidad»

El proyecto de Alfonso Molina ha sido un proceso lento, muy lento. En eso están de acuerdo todos los grupos políticos; la cuestión es quién tiene la culpa de esa lentitud, y ahí empiezan las discrepancias.

El alcalde, Xulio Ferreiro, celebró la salida a exposición pública de las obras, arrogándose una intervención que ha permitido «pasar dun proxecto fóra de época a unha avenida urbana que será máis sostible e humanizada». Con todo, lamentó «a demora por parte do Ministerio de Fomento, xa que contabilizamos un atraso de case un ano dende que chegamos a un acordo». Advirtió además que está mirando «polo miúdo» o texto, en período de exposición pública.

Y Beatriz Mato, presidenta del PP de A Coruña, responsabilizó al alcalde de «bloquear durante 24 meses una obra que ya debería estar en ejecución». Por eso instó a Ferreiro a hacerse cargo de las expropiaciones «para no retrasarla más» y le exigió «la agilidad» que sí tuvo «el ministerio». Mato recordó también que «la cabezonería de Ferreiro provocó que Audasa renunciase a financiar la obra, y ahora serán todos los ciudadanos los que la paguen con cargo a los presupuestos estatales».