Las cámaras de la Marina se ceban con usuarios del hospital y turistas

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

Solo dos pequeñas señales alertan de que se está en una zona vigilada por vídeo

13 jun 2017 . Actualizado a las 07:59 h.

Un coche se adentra lentamente en la Marina. En el Seat negro viajan dos hombres mirando a todos los lados con cara de despiste. Han pasado la señal de prohibido a la altura de Correos detrás de un bus y un taxi. Bajan aún más la velocidad, pero no frenan. En el paso de peatones frente a la Autoridad Portuaria, donde está ubicada, sobre un poste, una de las dos cámaras lectoras de matrículas que multa a quienes pasan sin permiso, un hombre mayor se abalanza sobre el vehículo: «¡Frena que te multan!».

La escena ocurrió hace solo unos días. Con las ventanillas bajadas el conductor no cesaba de repetir con un claro acento andaluz: «¡No somos de aquí!». Detrás de él se empezaban a acumular taxis y más coches. Empezaron a sonar las bocinas. Si el coche seguía adelante, la cámara le multaría. Así que el hombre decidió hacer mil maniobras para dar la vuelta sobre el paso de cebra.

Solo unos minutos después entraba una pequeña furgoneta conducida por una mujer con un hombre mayor a su lado. «Vamos al hospital», dijo, y haciendo caso omiso a los consejos de que frenara, siguió adelante. En breve le llegará a casa una sanción de 100 euros, 50 por pronto pago.

No son casos aislados. Cada día las cámaras de vigilancia multan a 140 personas por pasar sin permiso por una zona peatonal por la que solo pueden circular buses, taxis, residentes, y carga y descarga antes de las once de la mañana.

«Aquí los que siguen llegando son turistas y personas de fuera de A Coruña que van al hospital», explica una fuente policial. Durante cerca de un año estuvo una patrulla allí para explicar primero y sancionar después a los que pasaban sin permiso. Ahora de multar se encarga la cámara, sin que haya cambiado el perfil de los sancionados.

Poco más adelante, el mismo día, en Puerta Real un agente da el alto a un conductor que llegó allí desde la Ciudad Vieja. En este caso es un vecino de la ciudad que no se libra de la multa por mucho que repita que no se ha enterado de los cambios. «Hay una señal de prohibido pasar», le dice el agente, que mientras le toma los datos sale corriendo para frenar a un Mercedes que sale del párking y enfila hacia la Marina, en lugar de hacia el Parrote. «¿Pero no vio la señal que indica que solo se puede girar a la derecha?», le pregunta el policía.

Las señales no abundan. Ha desaparecido la de prohibido el paso amarrada a una valla de obra, pero las únicas que alertan de que la zona está vigilada por cámaras están puestas en los postes de las propias cámaras y son de escasas dimensiones. Ninguna indicación en el suelo alerta a los conductores, que viendo pasar a buses, taxis y otros vehículos, se confían y van tras ellos. Catorce meses después, la Marina sigue siendo un lío para muchos, sobre todos para los que no conocen la ciudad.

Un área en la que lo único que cambió desde su apertura fueron los bancos

La peatonalización de la Marina fue una obra inacabada. El proyecto estrella de los populares estaba finalizando cuando cambió el gobierno local. Al nuevo no le gustaba y, aunque con trabas, permitió que se rematara lo que estaba en marcha.

Se anunció entonces, hace dos años, que se harían mejoras para humanizar la Marina, para dotarla de espacios de sombra y reducir la sensación de explanada que daba la nueva superficie. También se avanzaban cambios en la señalización para hacerla más clara y obras pendientes de reposición y mejora del firme, muy deteriorados tanto en la Dársena como en el Parrote.

Nada de eso se hizo todavía. El asfalto y la señalización viaria horizontal siguen en muy mal estado en el entorno. Los cambios fueron mínimos. Se pusieron las cámaras, se construyó una pequeña rotonda para dar la vuelta frente a la Autoridad Portuaria y, después de dos accidentes mortales, se instalaron bancos en la Marina para proteger el cantil.

Proyecto parado

El gobierno local anunció primero que esperaría al pasado septiembre, para ver cómo funcionaba la zona en verano, para recoger ideas y proponer actuaciones. Pero pasó septiembre y con el siguiente verano a las puertas, todavía no se han hecho cambios significativos. María Pita presentó un proyecto para la zona firmado por los arquitectos Creus y Carrasco. El documento existe, pero las obras todavía no han salido a concurso, por lo que parece difícil, por los tiempos de la Administración, que puedan estar listas este verano.