Juegos para espabilar las neuronas

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

El Centro de Drogodependencias inicia una terapia de rehabilitación neurocognitiva para personas adictas con un tablero de mesa que trata de «despertar» el cerebro

16 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una especie de Trivial, pero se llama Trisquel y ha sido diseñado por el neuropsicólogo Adolfo Piñón. Un tablero los reúne para jugar en la unidad de día del Centro de Drogodependencias, en el polígono de A Grela, casi sin darse cuenta de que así, jugando, activan el cerebro para recuperar lo que les ha robado la droga. Es, en definitiva, una nueva forma de terapia de rehabilitación neurocognitiva que, además, ofrece los atractivos de aquello que, más que como un tratamiento, se ve como un entretenimiento.

La iniciativa surgió en el centro Cedro de Vigo, donde empezaron hace ya unos años a utilizar esta terapia con muy buenos resultados. «Hace seis meses se pusieron en contacto con nosotros para participar en una investigación y realizar un estudio comparativo», explica Maite Lage, psicóloga clínica de Aclad.

El programa lúdico-terapéutico, de 24 sesiones, no se inicia sin antes seleccionar a los pacientes-jugadores. Todos ellos han pasado por una batería de preguntas test que evalúa su memoria, capacidad de aprendizaje, fluencia fonética y semántica, impulsividad, atención, función ejecutiva..., las mismas que se repetirán una vez concluya el tratamiento para comprobar si, efectivamente, se producen cambios y resultados en los participantes.

Mayor riesgo cuanto más joven

En esa evaluación inicial «comprobamos que hasta el 70 % de los consumidores tenían algún tipo de deterioro neurocognitivo», explica la especialista, y para entrar a formar parte del grupo solo se ponía una condición: al menos, quince días de abstinencia.

En el programa se han incluido «consumidores de cualquier sustancia, generalmente con años de dependencia». Conocen la heroína, la coca, el cannabis y el alcohol. Cuando no la combinación de varias.

«La mayoría son policonsumidores», resume Lage, quien no oculta su preocupación por las consecuencias crecientes del botellón y los porros. «El daño es mayor cuanto más jóvenes son, porque su cerebro todavía se está formando», advierte antes de aludir a la repercusión que pueden tener estos tóxicos en, por ejemplo, el control de las acciones y las emociones: si se altera la parte que modula el control, generalmente se exacerba la impulsividad, y por tanto, la agresividad. Cuando el daño afecta a la atención y memoria, no es casual que llegue el fracaso escolar y el abandono de los estudios.

Para ellos, jugar al Trisquel es una oportunidad para mucho más que pasar un buen rato. A través de cinco módulos van trabajando, casi sin darse cuenta, desde la atención a la memoria, la toma de decisiones... Al tiempo, se van colando en las preguntas y pruebas mensajes sobre prevención de recaídas, sexo seguro, etcétera, mientras se potencian habilidades sociales de comunicación y asertividad, o funciones ejecutivas relacionadas con la planificación o la secuenciación de tareas.

Dos sesiones semanales

El funcionamiento del Trisquel, al que se juega en dos sesiones semanales, enfrenta a dos grupos, con una moderadora y una coterapeuta. Dos profesionales y siete pacientes en equipos de dos o tres jugadores compiten en esta particular terapia que se inicia tirando un dado sobre la mesa. En función del módulo en el caen, por colores obviamente, toca pregunta o prueba.

«Pueden tener que contar hasta diez en silencio para comprobar si son capaces de controlar el paso de los segundos, o tener que contestar si el sida se transmite por la sangre», explica la psicóloga, que ha visto las dificultades que pueden llegar a tenerse para dibujar un cubo, colocar las agujas en las 11.20 en el reloj, volver a repetir una frase pronunciada hace unos minutos o enumerar las figuras de un panel que acaban de ver.

A la vuelta del verano, se evaluará si el programa ha logrado los objetivos planteados. Por lo pronto, el primer éxito ya se ha conseguido: los catorce primeros pacientes de este juego terapéutico «están encantados, no faltan, y al acabar siempre preguntan cuándo pueden volver».

Con aprendizaje paralelo de otras actitudes, como el respeto

La actividad que desarrollan con el juego del Trisquel en la unidad de día del Centro de Drogodependencias, por la que en el último año han pasado 72 pacientes, se complementa con otras intervenciones. En el caso del primer grupo de rehabilitación neurocognitiva, no es extraño que se lleven deberes para casa. Son tareas en la misma línea que la lúdica iniciativa, como completar un sudoku, por ejemplo.

Cuando acabe esta primera fase, todos ellos volverán a repetir un examen con cuestiones como escribir en un minuto todas las palabras que empiecen por la letra X, formar familias que tengan que ver con un concepto determinado o demostrar su capacidad manipulativa construyendo un puzle. Son solo algunos ejemplos de hasta qué punto las habilidades tienen que ver con la práctica y la constancia, aunque sea jugando.

«La experiencia de Vigo es que mejoran mucho», insiste Maite Lage sobre un programa que se basa en los descubrimientos de la neurociencia sobre la plasticidad y capacidad de adaptación del cerebro. «La mayoría de la gente piensa que una vez que se produce un daño, y las drogas son sustancias químicas que matan neuronas, es irreversible -explica la especialista-, pero se ha visto que las neuronas que están al lado de las dañadas pueden aprender a hacer las funciones que hacían sus vecinas. Nuestro trabajo es intentar ponerlas a funcionar para que lleguen a aprender lo que sabían las que han perdido por las drogas».

Jugando, además, los participantes aprenden otras cosas. Como a pasarlo bien, a competir, y a respetar los turnos, de ahí que la idea del equipo de Aclad es implantar este programa que empezó como una investigación en un módulo de trabajo estable frente al deterioro cognitivo y ofertarlo incluso a pacientes que ya no necesitan la unidad de día.