El parricida no tiene diagnosticados problemas psiquiátricos

a. m. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MIGUEZ

A falta de conocer si padece algún trastorno, lo que sí trascendió es que está sometido a tratamiento por alcoholismo

13 may 2017 . Actualizado a las 11:17 h.

El titular del Juzgado de Violencia contra la Mujer de A Coruña solicitó el historial clínico del parricida por si padece algún tipo de trastorno mental. Marcos Javier Mirás ya fue explorado por forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) el pasado jueves, minutos antes de ser puesto a disposición judicial. Trataban de averiguar si estaba en condiciones mentales de comparecer y comprobaron que se encontraba en perfecto estado. No obstante, el parricida será sometido a nuevos exámenes médicos.

A falta de conocer si padece algún trastorno, lo que sí trascendió es que está sometido a tratamiento por alcoholismo. De hecho, últimamente solo tomaba refrescos. El día del crimen bebió una Coca-Cola Zero, una hora antes de cometer el crimen, y otra hora después regresó al mismo bar para repetir consumición.

Marcos Mirás ingresó ayer al mediodía en la prisión de Teixeiro. Lo hizo en la enfermería, donde se le aplicó el protocolo antisuicidios. Para su vigilancia durante las 24 horas del día para evitar que se autolesione se ocupa un preso de confianza. En la enfermería estará unas semanas, para luego ser trasladado a un módulo. Para evitar que sea agredido por otros reclusos -la ley no escrita que impera en la cárcel castiga a asesinos de niños y a violadores-, será internado en un módulo de los considerados «tranquilos». Donde cumplen condena otros maltratadores, presos por delitos menores o aquellos que están a punto de cumplir la pena «y no les interesa para nada meterse en problemas», cuentan desde el centro penitenciario de Teixeiro.

El parricida ya comprobó lo que es estar en un calabozo por matar a un niño. Lo sufrió el jueves en las celdas de los Juzgados coruñeses. Después de que un grupo de ciudadanos anónimos escoltara el furgón que lo transportó con todo tipo de insultos, ya dentro del edificio y encerrado en el calabozo tuvo que escuchar durante toda la mañana gritos y amenazas por parte del resto de detenidos que ocupaban las otras celdas, que son individuales. Acompañaban los improperios aporreando las puertas mientras los agentes que los custodiaban trataban sin éxito de calmarlos.

Tal fue la situación, que Marcos Mirás no recibió de manos del juez el auto que lo envió a prisión con cargos de asesinato y contra la integridad moral y física de la mujer. Se lo entregaron en el calabozo para evitar volver a pasar frente a las celdas del resto de detenidos. Ya cuando había comparecido ante el juez -se acogió a su derecho a no declarar-, escuchó de todo al pasar junto a ellos.