Condenado en el 2008 a no acercarse a su exmujer y denunciado por amenazas

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

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La medicación del parricida no alteró el régimen de visitas pactado tras el divorcio

10 may 2017 . Actualizado a las 07:40 h.

Cuando a Marcos Javier Miras Montánez le tocaba estar con su hijo nunca faltaba a la cita en el punto de encuentro. Otra cosa es que luego lo metiera en casa de la abuela paterna y pasaran todo el tiempo en pijama sin salir a la calle. Ni siquiera cuando en el 2008 le fue impuesta una orden de alejamiento de cinco años de su exmujer este electricista en paro dejó de disfrutar del régimen de visitas que había quedado pactado cuando se divorció de la madre del pequeño, poco después de su nacimiento. Fue la única condena que recibió Marcos Miras.

Ya en el 2013, cuando se suspendió la prohibición de acercarse a su exmujer a menos de cien metros, esta puso una nueva denuncia contra él por amenazas en las redes sociales. La policía investigó y no halló pruebas de que fuera él quien la acosaba, por lo que la causa fue sobreseída. Desde entonces, los desencuentros entre el parricida y su exesposa no llegaron a judicializarse. No obstante, fuentes cercanas a la familia materna aseguran que las amenazas nunca cesaron. Cuentan que le hablaba mal al niño de su madre y que cuando estaba con él -fines de semana alternos, un mes en verano y unos días en Navidad-, impedía que su hijo se pusiera en contacto con su exmujer.

Nunca se puso en duda la capacidad del detenido para el cuidado de su hijo pese a estar medicado, más allá de los miedos que tenía la familia de su exmujer. No se llegó a solicitar jamás un informe psicosocial para evaluar a padre e hijo, que es lo que se hace en los casos en los que uno de los progenitores sufre algún tipo de trastorno psiquiátrico. No ha trascendido ni la enfermedad, ni su gravedad, ni la medicación que tomaba Marcos.

Fuentes del Juzgado de Familia recuerdan que «la limitación en el derecho de visitas de un padre a su hijo tiene que tener una grave causa que lo justifique». Esta peligrosidad, añaden, «debe estar fundamentada en informes médicos psiquiátricos, en donde se recoja con detalle cuál es la enfermedad mental que padece el progenitor y si existen ideas paranoides o fenómenos alucinatorios». No obstante, el psiquiatra Manuel Camarasa precisa que solo el 5 % de los esquizofrénicos pueden tener una conducta violenta, mientras que la tienen el 25 % de los alcohólicos. Sin referirse a Marcos, añade que un enfermo mental que esté bien tratado, «con la medicina de hoy en día, nunca va a cometer un crimen como ese».

Marcos Miras vivía con su madre en el barrio coruñés de Labañou desde que se separó. Tiene dos hermanos. Quedaron huérfanos de padre cuando él tenía 8 años. Su madre los sacó adelante trabajando como limpiadora. En su calle son muy queridos. Nadie entiende nada. Una vecina describe a Marcos como «muy callado, y últimamente se le veía triste».

De Asunta a los gemelos de A Coruña

En Galicia se han cometido crímenes horrendos con menores como víctimas. En el 2015, en Moraña, David Oubel mató a sus dos hijas, de 4 y 9 años; en el 2013, en Teo apareció el cadáver de Asunta, asesinada por sus padres, Rosario y Alfonso; en el 2011, en A Coruña, Javier Estrada asesinó a los gemelos de su compañera, y en el 2010, en Paderne, José Luis Deus, mató a su hijo, de 14 meses, quemándolo en el coche.