El Gobierno español no ve problemas en la propia gestión de las radas y tiene su propia teoría al respecto. El batacazo de Vigo se explica, sobre todo, «por el precio del combustible». En una reciente respuesta al Partido Socialista en el Congreso, el Ejecutivo central señalaba que se ha producido una reestructuración de las rutas por parte de varias compañías armadoras «en especial por aquellas que operan tráficos entre el sur del Reino Unido y la costa norte de España». A Coruña, según este planteamiento, se estaría beneficiando de su cercanía con el puerto base de Southampton.
Al margen de las razones que explican el bajón vigués, se constata también descoordinación entre el Concello y la Autoridad Portuaria. El propio Gobierno, en su respuesta al PSOE en el Congreso, lo dejaba caer, incluyendo también en el recado al Consistorio coruñés: los cruceros son un importante atractivo turístico y en su promoción deben implicarse «los organismos autonómicos y, sobre todo, los locales». Este tipo de tráficos no es rentable para muchas autoridades portuarias del país, ya que las tasas no representan grandes ingresos, pero tienen un impacto innegable en las ciudades donde se produce el desembarco de pasajeros. El grueso de los 78 buques previstos para el 2018 en A Coruña se volverá a concentrar entre los meses de mayo y octubre. Serán así algo más que un balón de oxígeno para el comercio local en plena temporada alta.