Así que todos acaban en la Torre. Marga y Luis, que llegaron este miércoles desde Zamora, piden a las autoridades «habilitar un área reducida con luz y agua, aunque nos cobrasen unos 10 euros diarios, que es barato».
La inclinación es otro problema del aparcamiento de la Torre. De hecho, muchos conductores colocan topes en las ruedas como medida de seguridad durante su estancia. «No se puede cocinar ni fregar los platos», añaden sus vecinos de estacionamiento, llegados desde Portugal. Creen que una ciudad como A Coruña no puede carecer de un buen lugar que dé servicio a un tipo de turismo cada vez más utilizado en el mundo.