¿Cuánto mide la ronda de Outeiro?

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

Imagen de la ronda de Outeiro a la altura del Agra del Orzán
Imagen de la ronda de Outeiro a la altura del Agra del Orzán PACO RODRÍGUEZ

16 feb 2017 . Actualizado a las 20:11 h.

Hay pocas personas en esta ciudad que puedan decir en voz alta que viven en el número 400, en el 421, en el 419 o en el 438. Y cuando uno lo pone por escrito -«portal 438»- piensa enseguida en esas avenidas gigantes que recorren las grandes urbes con la fama que le corresponde. En Chicago está la avenida Western, con sus 37 kilómetros; en Los Ángeles, Sunset Boulevard, con 35 kilómetros de largo; en Buenos Aires, la calle Rivadavia, con 30 kilómetros; en México D.F., la avenida de los Insurgentes, con 29 kilómetros de largo; en Nueva York, Broadway, con sus 33 kilómetros, y aquí, en Coruña, tenemos nuestra ronda de Outeiro.

Imagen de la ronda de Outeiro a la altura del Agra del Orzán
Imagen de la ronda de Outeiro a la altura del Agra del Orzán PACO RODRÍGUEZ

El eje que nos recorre de punta a punta y que durante un tiempo nos marcó como límite absoluto. Antes, claro, estuvo la otra ronda, la de Nelle, la primera en circularnos y ahora estamos marcados por la tercera, y entre esos cercos hemos ido ganando un espacio que se ha habitado a lo bestia. Cualquiera se imagina las avenidas de las grandes ciudades rodeadas de árboles maravillosos, tiendas, cafés, emblemas arquitectónicos, pero nuestra ronda, nuestra segunda ronda, ha crecido a monte y se le notan esos brotes no solo en el nombre. También los de maíz, que algunos iban a coger a las leiras por las que se fue abriendo camino, y es verdad que allí hace no muchos años los domingos a las ocho de la tarde se veía cómo la gente descargaba sus coches de patatas, lechugas, cebollas... porque los de la ronda siempre supimos bien de dónde veníamos y adónde íbamos.

Llámenle casualidad, ¿pero qué marca el numero 1 de la ronda de Outeiro? Pues La Voz de Galicia, un destino enorme que jalona una calle que mira por un lado al puerto y a su fin al mar abierto como un delirio de horror. El despropósito de que ningún tramo es igual al otro, donde cada edificio es de su madre y de su padre y en algún agujero de esas moles se cuela -dicen- un aire de lo que un día se entendió por modernidad. Sí, la ronda se fue construyendo al calor de los jóvenes y de los emigrantes, en los sesenta en la zona de los Mallos, en los setenta y ochenta en el Agra del Orzán y en el 2000 en los Rosales, para morir en Labañou, que es el mejor fin para una calle con una suerte abierta. Aún recordamos la alegría que le puso Zumolandia cuando abrió, con sus cócteles de sombrillitas, la novedad golosa de Ferrio (que aún sigue), la pulpeira de Arzúa, y cómo no los cines Chaplin, con la primera sala X de la ciudad a la que se accedía por la parte de atrás. Lo sé porque viví al lado cuando los edificios no tenían número, y se llamaban por su nombre: Mirasol. En la ronda aún los seguimos llamando en algunas zonas así: edificio Lolita, Divina Pastora, Guatemala... como una señal coloquial del vecindario de los de la ronda de Outeiro, que mide, ahora sí, cuatro kilómetros y medio.