El Hostal recuerda a los cinco niños que salieron de la inclusa de Santiago con la vacuna de la viruela en una misión médica

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO

A CORUÑA CIUDAD

Sandra Alonso

La expedición filantrópica partió en 1803 a América con 22 pequeños de A Coruña, Madrid y Compostela

14 feb 2017 . Actualizado a las 13:37 h.

Se llamaban Juan Antonio, Jacinto, Gerónimo María, Francisco Florencio y Juan Francisco. Tenían entre 5 y 9 años y fueron abandonados en la inclusa de Santiago, en el actual Hostal dos Reis Católicos. Junto a otros 17 pequeños de orfanatos de Madrid y A Coruña fueron elegidos para convertirse en pequeños héroes y llevar la vacuna de la viruela a América, en donde esta enfermedad mataba aún más que en el viejo continente.

El Hostal, la editorial Galaxia y la escritora María Solar, autora de «Os nenos da varíola», el libro en el que se narra esta proeza, han querido rendir un homenaje a estos cinco pequeños descubriendo una placa en la habitación del Hostal en la que se ubicaba el torno en el que las madres solteras, o que no podían mantener a sus hijos, dejaban a los pequeños.

La corbeta María Pita partió el 30 de enero de 1803 rumbo a América en una expedición filantrópica que dirigía Francisco Javier Balmis con la ayuda de Josep Salvany, subdirector. Ambos eran médicos y con ellos fue la ordense Isabel Zendal, enfermera y rectora del hospital de la caridad de A Coruña. A lo largo del trayecto se fue inoculando la vacuna de la viruela a los niños de dos en dos, que la transportaron siguiendo una cadena brazo a brazo, con el objetivo de que llegase a América.

Y llegó. Y en 1980 la Organización Mundial de la Salud (OMS) certificó la erradicación de la viruela en el mundo. ¿Y qué pasó con los pequeños, incluidos estos cinco compostelanos? Lo que ocurrió es que las promesas de los políticos, como en la actualidad, se cumplen en pocas ocasiones. Se les prometió que serían adoptados en México cuando llegasen al nuevo mundo, pero como lamentaba Balmis se fueron a otra inclusa, en donde incluso no los trataban muy bien. Algunos fueron finalmente adoptados y otros se quedaron en escuelas patrióticas, pero los 22 se convirtieron en héroes, no de batallas, sino de los que importan, de los que salvan vidas.