Making off de una noche mágica

P. GARCÍA / N. SILVOSA / J. BECERRA

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

TODO LISTO PARA LA FIESTA En familia, en pareja, o con amigos. O con todos a la vez. La noche de Fin de Año merece una preparación exquisita con el cuidado de todos los detalles: del pub al hotel o a la mesa del salón. En YES te abrimos las puertas para despedir el 2016 a lo grande.

31 dic 2016 . Actualizado a las 13:13 h.

«Esta noche es para ponerse traje y lentejuelas»

TEXTO: PATRICIA GARCÍA

Todo empieza unas horas antes de las uvas. Siempre por el pelo y el maquillaje. El look ya está pensado: Sabina Varela se pondrá uno de sus vestidos de lentejuelas, Pablo Casal, dudará entre corbata y pajarita, pero acabará poniéndose la primera. «Siempre saca las dos del armario, pero al final elige la corbata», comenta ella. Esta pareja de estudiantes santiagueses se despedirá de 2016 con una fiesta entre amigos. Antes toca prepararse para una noche que promete ser mágica. Quedamos con Pablo y Sabina en una habitación del hotel Hesperia Finisterre, en A Coruña, para que nos cuenten cómo son sus horas previas a las 12 campanadas. El hotel luce espectacular y festivo por los cuatro costados. «Entre maquillarme y peinarme suelo tardar una hora o un poquito más. Normalmente me maquillo y me arreglo el pelo antes de cenar, y me pongo el vestido justo antes de salir de casa. Así estoy más cómoda», cuenta Sabina. Pablo es más rápido. «Se ahorra el paso de ‘chapa y pintura’. Como mucho un poco de laca para peinarse y listo», apunta Sabina. «Es cierto, en 20 minutos estoy listo», añade Pablo.

EL EFECTO «BRILLI BRILLI»

«No suelo darle muchas vueltas al look ni tampoco ir de compras para esa noche. Cuando empieza diciembre pienso: ¿qué vestidos tengo? Y siempre encuentro algo que ponerme», cuenta Sabina. Eso sí, el del 31 de diciembre tiene que brillar: «Me encantan los de lentejuelas y los tengo de todos los colores, en dorado, rosa, violeta, plateado… Me da igual el color, lo que tengo claro es que el día de Fin de año necesito vestir algo con ‘brilli, brilli’». ¿Y Pablo? «Llevaré el traje», responde. «¡Qué fácil lo tienen! El próximo año yo también voy a llevar un traje, ya lo tengo decidido! Pero con un poco de lentejuelas por debajo, claro», bromea Sabina. Para el final, Pablo deja la búsqueda de los zapatos y los gemelos. Es probable que no aparezcan hasta el último segundo, pero es parte de la emoción de la noche.

 «Somos unos fanáticos de estas fiestas»

TEXTO: NOELIA SILVOSA

En esta casa de Vimianzo uno puede encontrarse en cualquier rincón con un muñeco de nieve o un árbol. Es el sello personal de la familia Varela Soto, que prepara a conciencia la decoración para disfrutar de la fiesta. La de hoy, la última noche del año, no iba a ser menos. Y aquí les ven, con una mesa casi de escaparate y listos para las campanadas. Pero, ¿de quién es el mérito?

«Básicamente somos mi madre y yo las que nos encargamos de todo, cocinamos y preparamos la mesa ya desde que terminamos de comer», cuenta Patricia, la chica de vestido negro que posa en la foto junto a su padre Esteban, su ahijado Doudou y su madre y compañera de fogones, Rocío. «De primero solemos poner unos aperitivos, un marisco y una carne asada o algo de ese estilo», cuenta Patricia, que dice que llegado el momento de las uvas huyen de formalismos: «Servimos el racimo en un cuenco sin poner el número exacto de uvas. Las vamos arrancando y comiendo con las campanadas». Eso es lo único que dejan a la improvisación, porque basta con echar un vistazo a esta mesa para darse cuenta de que todo está decorado al milímetro.

«Las piñas las compramos este año, porque se lleva ese toque de naturaleza en la decoración», asegura la chica, que a los cascabeles de sus servilleteros les añadió también unos ramilletes ella misma. Claro que la tradición de cuidar cada detalle tanto en la mesa como en casa viene de largo.

NI UN RINCÓN VACÍO

«Cada puente de diciembre decoramos la casa y sacamos todas las cajas con el arsenal de Navidad, porque somos un poco fanáticos», reconoce Patricia, que añade que «no queda un rincón sin que le añadamos algo. Ponemos dos árboles, uno en la entrada y otro en el salón, papá noeles, muñecos de nieve, otros árboles pequeñitos con luces por dentro... Y hay años que también montamos un belén de porcelana que pintamos a mano mi madre y yo». ¿Y la mesa? «Hay dos manteles que reservamos para poner en estas ocasiones, igual que los bajoplatos y esta vajilla, que no se usan a diario». Pura tendencia, pero no por casualidad. «Me gusta andar por todas las tiendas mirando lo que hay, pero no voy a por una mesa entera como una loca; me quedo con las cosas que me gustan y las vamos mezclando para crear la nuestra propia», explica.

¿Y quién va a disfrutar esta noche de esta mesa tan especial y tan cuidada? «Cenamos con mi abuela», responde Patricia, que después de las uvas sale con sus padres en familia: «Aquí en Vimianzo hay una fiesta esta noche, así que nos vamos para allí después». Queda claro que los Varela Soto son una familia muy bien avenida... ¡y con gusto!

MARCOS MÍGUEZ

«Hoy serviremos más de 7.000 copas»

TEXTO: JAVIER BECERRA

Fin de Año es El Día. Para los hosteleros no existe fecha similar. En cuanto pasan las dos de la mañana, las barras empiezan a funcionar a pleno rendimiento. Todo explota con las mejores galas. Todos se preparan para vivir una jornada que, desde luego, no se parece a ninguna otra. Lo dicen los propios reclamos publicitarios: barra libre, bono de tres copas, rutas de pubs asociados... Desde luego, hoy será una noche especial. En toda Galicia se han llevado a cabo los preparativos. Este año un nuevo local se suma a la fiesta. Tampoco es un local cualquiera. De hecho, acogerá una de las fiestas más grandes. En la sala Pelícano de A Coruña se espera acoger, pasada la medianoche, a 2.500 personas hasta el amanecer. «No es el aforo completo del local, que puede llegar a 3.000» , señala Luis Diz, su gerente. «Pero un día como hoy hay que rebajar la afluencia de público si quieres dar un buen servicio y por ello hemos decidido bajarlo un poco», añade.

Esta tarde toca trabajar a fondo para tenerlo todo listo. Neveras llenas. Estantes con las botellas en su sitio. Reservados acondicionados. Personal de seguridad con el plan diseñado. Todo ello repercute en la plantilla. En la discoteca de los récords trabajarán unas 70 personas. Muchas de ellas estarán sirviendo consumiciones. Se hartarán. «Hoy serviremos más de 7.000 copas», adelanta el hostelero que también prevé que circule el champán en su local. «Entre las que ya van fijo en los reservados y las que pida el público, seguro que al menos se servirán unas 500».

MUCHO TRABAJO Y DURO

«Esta es una noche muy agradable en lo económico, pero a nivel de trabajo es muy dura», resume Diz. Afluencia masiva a las barras. Roperos en los que no queda ni una percha libre. Cotillones a gogó. Y los que van cayendo por el cansancio poco a poco. Tienen previsto funcionar de dos a ocho. Pero con una segunda parte. Una vez cerrado el local, el personal de limpieza se afanará en dejar la discoteca como si nada hubiera pasado. Sí, porque a las 11.30 del día 1 de enero tendrá lugar una matiné. Se trata de una fiesta de música electrónica en horario diurno con una pléyade de disyoqueis. Entre ellos destaca Luciano, uno de los habituales de Ibiza y una superestrella internacional. «Es una cosa diferente, que está llamando mucho la atención del público y que va a funcionar muy bien», señala Diz.

Pues, ya se ve, el Fin de Año también se puede disfrutar durmiendo, despertándose por la mañana y yendo a la discoteca a pasar el día. Todo es cuestión de gustos.