La ciudad recibió en plena crisis fuertes inyecciones económicas para ejecutar proyectos de gran calado
11 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.En materia de inversiones, la ciudad vivió tiempos mejores que el actual. Bastante mejores, y paradójicamente esos días de bonanza coincidieron con lo más agudo de la crisis. Mientras el país iba cuesta abajo, en A Coruña se ejecutaban obras de gran calado. La tercera ronda es el mejor ejemplo de esa situación insólita. La Xunta puso cerca de 80 millones de los 250 millones que costó, inaugurándose el tramo autonómico con Lehman Brothers ya bien quebrado.
Esa actuación, que cada año mordía en los presupuestos autonómicos, no era un caso aislado. El plan director del Chuac, con la construcción del nuevo edificio, también supuso una lluvia de millones que llegaba sacar solo para obras más de 20 millones al año de Sanidade. Solo su segunda fase pasaba de los 40 millones.
Con la crisis cómodamente instalada sobre las nóminas de los ciudadanos, la Xunta dio también impulso a otra antigua demanda y puso en marcha la reforma y reconversión en sede judicial de la fábrica de Tabacos. Es la única de las que quedan en marcha y se adjudicó por unos 12 millones de euros, que seguramente serán más cuando se reciba la obra.
A esos trabajos hay que sumarle la colaboración autonómica en el proyecto más emblemático de la anterior corporación municipal, el del soterramiento del tráfico en la Marina y el Parrote. En el grupo de los que pagaron parte de la obra entró también el gobierno gallego, que sumó 12 millones con cargo a sus presupuestos para la construcción del túnel del Parrote.
Todas esas cifras salieron de las cuentas de la Xunta. Las inversiones, a veces con retraso, se fueron ejecutando y rematando. Tras su finalización no han surgido otros grandes asuntos de consenso que se peleen desde la ciudad. Los años de los millones han pasado y no hay en perspectiva otros grandes proyectos.