Una buena parte de los bienes que el gobierno quiere catalogar están deteriorados
09 dic 2016 . Actualizado a las 12:01 h.El gobierno local ha dado los primeros pasos para ampliar el catálogo de elementos a proteger en el plan general de la ciudad. El problema es que en muchos casos la protección llegará más tarde que el daño.
Un buen ejemplo es la intención de catalogar la casa del Castaño, en Eirís. Se mantiene el árbol que da nombre a la calle, pero de la casa poco queda más allá de una fachada con las ventanas tapiadas con ladrillos.
El interés por preservar elementos de arquitectura residencial popular en los Mallos, avenida de Oza y la Falperra también surge después de que la construcción haya cambiado la estructura urbana de esos barrios. Así, se quieren catalogar inmuebles en Sinforiano López y en Juan Castro Mosquera. Algunos de ellos -en la primera de esas calles- conservan interesantes ventanales y aún están habitados, pero tanto en ese caso como en el resto del barrio parece complicado que los propietarios puedan detener el deterioro de los inmuebles sin fuertes inversiones. Eso cuando no están deshabitados, que también sucede.
En la lista municipal vuelve a entrar otra vez el antiguo concesionario de la Citroën en la avenida de Oza -ya se intentó proteger antes- y aparece la escuela Pablo Picasso. En los Mallos se citan viviendas, como la del 28 de Oidor Gregorio Tovar, que pueden tener su valor, pero que han quedado desfasadas según los modernos criterios de habitabilidad. Lo mismo ocurre en Atocha, el Agra y la Sagrada Familia. Con todo, es cierto que tal vez no queden muchas oportunidades de indultar de la piqueta los ejemplos que quedan en esas zonas de la arquitectura de los barrios de la primera mitad del XX.
Nuevos fichajes arquitectónicos en el listado local
La lista de inmuebles a incluir en el plan -la modificación ha de pasar el trámite plenario- incluye algunos elementos como las viviendas pareadas de Vista Alegre, en Padre Sarmiento, que suponen un interesante ejemplo de arquitectura de los años treinta y que mantienen su singular belleza.
Hay más elementos con interés histórico, como el tramo final de la escalera de Santa Lucía a la Palloza: era la rampa que llegaba hasta el puerto.