La ciudad y Europa. Crónica de un fracaso

Fernando González Laxe
Fernando González Laxe TRIBUNA ABIERTA

A CORUÑA CIUDAD

13 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La ciudad viene siendo un reflejo de la sociedad que la habita. Además, está en constante transformación como consecuencia de los cambios provenientes de la educación, los movimientos migratorios, la escala de valores, de la situación económica y sus perspectivas, entre otros factores. En muchas ocasiones, la ciudad se transforma de manera natural; en otras, se requieren dos o más generaciones. Lo significativo, en esencia, radica en evaluar como se produce dicho cambio y a qué motivaciones se ciñe.

Para algunos, se requieren impulsos desde la Administración pública; para otros, solo el empuje de la sociedad civil basta. Lo cierto, es que se necesita una acción conjunta y coordinada de particulares y de la administración local para lograr algún objetivo serio y de futuro. Cuando esto no se produce, la ciudad pierde esplendor y se degrada; y, finalmente, retrocede en lo que concierne a su posicionamiento, imagen y referencia. O sea, corre un alto riesgo de marginación y se insufla de carácter perdedor.

Mucho me temo que, en los momentos actuales, se esté produciendo un fenómeno de desorientación y de incertidumbre. La no obtención de fondos europeos (el caso de los fondos Eidus, es un buen ejemplo) junto a la percepción de carencia de un modelo de ciudad plausible; a lo que añadimos el abandono de las bases históricas del progreso y la ausencia de fórmulas de acuerdo para la adopción de medidas, nos permiten definir lo actual como una situación aquejada de problemas y desajustes.

Después de un año de gobierno municipal, se sigue enfatizando en el localismo político y en la partidificación de la vida local; enfoques que ya pensaba obsoletos y antiguos. Su simple mención por parte de las munícipes pone de manifiesto un abandono de su proyección internacional.

A Coruña siempre participó en la construcción europea. Desde las apuestas primitivas de Salvador de Madariaga a los movimientos y plataformas a las que se adhirió A Coruña, desde las elecciones del 3 de abril de 1979, nunca se ha dejado de creer y poseer una pauta de comportamiento europeísta.

Ahora, algunos han abandonado dicha apuesta. Y quienes lo hacen no forman parte del grupo de ciudades creativas; ni de los que defienden una nueva cultura urbana; ni tampoco son los que desean afrontar de manera integral, sostenible, y socialmente cohesionados la gestión del cambio de época.

A mi juicio, la ciudad se contrae; no se transforma, ni afronta los temas claves. Hay un cierto conformismo, donde solo se defienden falacias y se buscan identificar mitos, que además son falsos. Es hora de enfocar los nuevos retos y no mirarse todos los días el ombligo, ni al espejo.