El ataque de la Barbie piloto

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

12 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Algo falla cuando una niña ve una muñeca vestida de piloto de avión y dice «¡mira, Barbie azafata!». Y cuando en la sección supuestamente para crías de una juguetería cualquiera de la ciudad aparece un set de belleza con cepillo facial incluido. Que debe ser la evolución 4.0 de la señorita Pepis, como si una niña de 10 años pudiese encontrar algún placer en jugar a desincrustarse los poros.

Ayer se celebraba el Día Internacional de la Niña. De la que es obligada a casarse, de la que se queda embarazada, de la que no va al colegio por el hecho de ser niña. Y en esta ciudad del primer mundo en la que todo lo anterior parece tan lejano, de la niña que sigue asumiendo unos roles que al parecer son inherentes al género. De la niña que no tiene referentes femeninos que le hagan pensar que una Barbie con uniforme es la que pilota el avión. Este 11 de octubre, además, fue el Día de Ada Lovelace, la primera programadora de la historia, otra de esas científicas olvidadas que no aparecen apenas en los libros de texto. Y su día sirve, en todo el mundo, para reconocer la contribución de las mujeres a las ciencias, la tecnología y las matemáticas. Coincidiendo con el día de Ada, ayer en el Muncyt se presentaba una miniserie cuyo título deja claro el objetivo: se llama De mayor quiero ser científica, y se podrá ver en noviembre en V Televisión. La serie nació en A Coruña, con la inspiración de científicas e investigadoras de la ciudad.

Muchas de ellas han pasado por los estudios de Radio Voz en los dos últimos años, dentro de la iniciativa Salud con biomedicina, capitaneada por la científica Joana Magalhaes. Médicos, investigadoras, expertas en computación, mujeres como Eva Poveda, Amparo Alonso, Inmaculada Gómez-Besteiro, Rosario García Campelo y muchas más. Trabajan en el Chuac, en la Universidad, en el Instituto de investigación biomédica. Y hablan de su trabajo con pasión, e insisten en que hay que hacerlo más, dejarse ver. Porque es la única manera de que las niñas decidan ser lo que les pete, porque verán que si otras lo hacen, ellas también pueden. Los datos indican que son pocas las chicas que se animan estudiar carreras como informática, o una ingeniería. Dicen los profesionales que, entre otras cosas, se debe a cierta imagen de friki solitario (y masculino) que tiene el gremio. ¿A que se les ocurre algún ejemplo en alguna serie de éxito? La Barbie piloto ataca de nuevo, preguntándose dónde están los referentes.

 Hoy que los niños están en casa, piensen en las series que verán esta tarde en la tele ¿En qué trabajan las madres de esas felices familias? ¿Hay alguna científica? ¿Alguna de las niñas de esos institutos de cartón piedra quiere ser matemática? Pues algo falla.