Más que un paje de cuatro patas

MONTSE CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

marcos míguez

Un labrador porta los anillos en la boda de sus dueños en un afán de normalizar la convivencia con perros

18 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Klaus nació de padres labradores en Terra de Soneira, en diciembre cumplirá cinco años y desde los dos meses y medio vive en A Coruña con su familia, Sandra Rey, técnica en integración social y educadora canina, y César Castro, diseñador gráfico e ilustrador. Klaus es un perro. «No es una mascota, un peluche o un bufón, tampoco un niño. Es un perro y tiene derecho a una vida de perro. Es un ser sensible que siente, sufre y, a su manera, tiene capacidad para pensar», explica su dueña.

Klaus es un perro de terapia. Los hay de señal, educados para reaccionar a los cambios químicos que se producen antes de, por ejemplo, un ataque epiléptico y avisar a la persona con antelación para poder protegerse. Hay perros guía, perros lazarillos, perros de asistencia y perros como Klaus, sensibles, empáticos, comunicativos, tranquilos, con el carácter perfecto para ser adiestrados como herramientas terapéuticas. Con Kyra, su primera perra, Sandra Rey trabajó con niños y discapacitados psíquicos. Después el animal envejeció y prefirió quedarse a vivir en una finca familiar próxima al mar. «Claramente nos mostró que allí era más feliz», dice.

A Klaus, en cambio, le gusta la ciudad. Fue educado también como perro de terapia, pero su dueña enfermó y tuvo que dejar de trabajar. Entonces ocurrió algo inesperado. En las peores fases de su enfermedad, Sandra observó que el perro se calmaba. «Un día, en medio de una crisis de dolor, Klaus se acercó sin que yo le diera ninguna orden, se apoyó en mí y empezó a lamerme, quieto, tranquilo, consciente de lo que tenía que hacer. Fue poco después de salir del hospital y me pareció algo casual, pero, en adelante, cada vez que el nivel de dolor me sobrepasaba, él volvía a acercarse. Aquello fue muy, muy, importante. En esa situación, sola en casa, con miedo a que el dolor no cesase, sentir su contacto, poner la mano en su barriga y notar su respiración tranquila me ayudaba a regular la mía». Más tarde la ayudó en la calle cuando tuvo que volver a andar tras una cirugía mayor con grandes cicatrices y dificultades para caminar sola. La sostuvo cuando Sandra necesitó recobrar el aliento o mantenerse erguida, e hizo de barrera para protegerla de empujones y tropiezos involuntarios de los peatones.

«No es una mascota»

Sandra y César se casaron ayer en una ceremonia sencilla en María Pita y Klaus llevó los anillos en una bolsa de organza sujeta al collar. «Queremos dejar claro que no es una mascota llevando los anillos para hacer gracia. Klaus está con nosotros porque es parte de nuestro núcleo familiar, porque es importante en nuestras vidas, y porque creemos que algo así se debe normalizar».

«Los problemas de los perros no tienen que ver con la humanización, sino con el maltrato»

«Humanizar a las perros es una reacción al terrible historial de maltrato que tenemos en este país. Algunos cuidados son buenos. Se puede abrigar a un perro, se le pueden proteger las patas si el asfalto está ardiendo o el manto si llueve para evitar que siempre esté húmedo. Los problemas no tienen que ver con la humanización, sino con el maltrato, con las protectoras llenas de animales con traumas físicos y psicológicos terribles. Estos, y no los que han sido humanizados, son los perros con problemas» explica Sandra Rey.

Criada en Suiza, donde la convivencia con los perros está normalizada en la vida de las ciudades, esta experta, que conforme habla va derribando prejuicios -«los peores casos que he visto de perros con problemas psicológicos, de conducta y de agresión son de finca», «como animales de manada, los perros no necesitan grandes espacios para estar bien, sino estar acompañados, disfrutar de la vida con sus dueños, conocer a otras personas, explorar y socializarse»- abriga un proyecto para su reincorporación laboral, Argos, de educación y sensibilización social sobre la convivencia con perros. La ciencia ha demostrado que su compañía trae al humano beneficios físicos (ritmo cardíaco, presión arterial) y psicológicos, pero es César Castro quien mejor los resume. «Aunque parezca que humanizo demasiado, mi relación con Klaus es de amistad. Por eso me impliqué en la labor de Sandra, porque la vida de la gente con perros es más feliz, y las ciudades, más sanas, habitables y mejores», explica.