«Cuando aún era un niño, mi padre me llevaba a la zona de la laguna»

natalia pablo, a. a. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CÉSAR QUIAN

El presidente del Club del Mar de San Amaro recuerda los orígenes del barrio que, tras medio siglo, conoce a la perfección

17 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Adormideras tiene personalidad propia. Es el barrio de siempre, apenas ha cambiado». Manuel Lugrís no nació en este barrio, «soy de Monte Alto, de al lado de Campo da Leña», pero, tras 52 años dentro del Club del Mar de San Amaro -nueve de ellos como presidente de la sociedad-, puede presumir de conocer los secretos del lugar.

Como no podía ser de otra forma, todo esto lo cuenta en la que, desde hace medio siglo, es su segunda residencia. «Creo que el propio club y la playa de San Amaro son dos símbolos de Adormideras. Todo está muy ligado», concluye. Él mismo evoca algunos momentos en el idílico arenal: «A veces venía con mis padres, aunque nunca fui mucho de playa», admite.

La conversación acaba trascendiendo de las cuatro paredes de su despacho. «Allí, -señala en dirección al arenal- murió ahogado Aurelio Aguirre, el escritor», cuenta. Sus historias y anécdotas bien podrían llenar las páginas de un libro.

A la altura del hotel de Adormideras continúa desempolvando algunos recuerdos de su infancia: «En la parte de atrás del hotel, antes de que lo construyesen, había una laguna. No era muy grande, pero recuerdo que venía con mi padre cuando era pequeño. Siempre me decía: ‘Vamos hasta allí, te voy a enseñar la laguna’», recuerda con cierta nostalgia.

Cuando le toca hablar de los vecinos de Adormideras, Manuel tan solo encuentra palabras de cariño: «Los que viven aquí buscan paz y mucha tranquilidad», señala. Razón no le falta, en el recorrido, tan solo se ve a unas pocas personas, y en general, el silencio es casi sepulcral.

Ya a la altura del mercado de Adormideras, Manuel da un largo suspiro: «Esto ya no es lo que era, antes había más ambiente, más tiendas», puntualiza. En el interior del comercio tan solo funciona la planta baja, aunque no hace mucho «había también tiendas en la segunda», añade.

«Una vez, un colega del club me contó que en el pasado, en la costa del Cargadero, hubo un altar en el que los druidas celtas adoraban a sus dioses», cuenta con sorna. Lo curioso, según relata, es que luego volvió a revivir esa historia en un libro: «Mi abuelo [el escritor Manuel Lugrís Freire] escribió ese mismo cuento en uno de sus libros. Me hizo gracia ver la historia en algo hecho por él», reconoce.

Leyendas aparte, Manuel conoce gran parte de los orígenes de Adormideras. Todo el mundo ubica San Amaro, pero muy pocos recuerdan la historia de la playa de los Moros. Él se la sabe al dedillo. Esta es una cala pequeña que está en pleno paseo de los Menhires. «La llaman así porque al lado está el cementerio de los Moros, aunque ahora está cerrado», explica. Con todo, los que se hospedan en el hotel siguen yendo a este pequeño arenal a darse un chapuzón.

Campo da Rata, donde ahora descansa el monumento a los fusilados, fue, en su momento, el lugar donde mataban a los opositores del régimen franquista. «No todo el mundo lo sabe, aunque sí se acercan a ver el lugar».

Manuel Lugrís tiene 76 años, y es uno de los personajes más conocidos de Adormideras. Durante la conversación, no llegan los dedos de las manos para contar a todos los que le saludan. Adormideras apenas ha sufrido alteraciones, y las que hubo, no han cambiado la esencia del barrio. «Todo sigue igual, también la gente, que es siempre la misma. Todos nos acabamos conociendo», sentencia Manuel.

Adormideras nació en los 80 para evitar la fuga de habitantes a otros municipios

Adormideras nació en la década de los 80 como barrio residencial para evitar que la gente de la ciudad se marchase a otros concellos limítrofes. El barrio cuenta con dos playas y algunas zonas verdes, y se ha convertido en una zona de descanso para muchos pensionistas y jubilados. Adormideras no es un lugar grande, su superficie asciende a 209 metros cuadrados, y actualmente, su población llega ya a 1.852 vecinos. La zona ha ido envejeciendo progresivamente, y la edad media es de 44,7 años. Los que superan los 64 años son el 15,5 %, por el 16 % que no llegan a los 20 años. El porcentaje de afiliados a la Seguridad Social es del 49,3 %, y en cuanto a la pensión media, esta asciende hasta los 1.172, 91 euros.