El primer botellón deja dos mil kilos de basura en Méndez Núñez

Emiliano Mouzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

B. Franco

El Ayuntamiento dice que apuesta por la prevención y que el problema fue que no estaban instalados los contenedores que se colocan habitualmente los fines de semana

10 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El botellón regresó a los jardines de Méndez Núñez días después del inicio del curso académico. La celebración de la madrugada e, incluso, de la mañana festiva estudiantil, dejó en uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad unos dos mil kilos de basura, que el servicio de limpieza municipal depositó en trece contenedores.

Desde María Pita indicaron que continuarán apostando «pola prevención, traballando na óptica do reciclaxe do lixo, seguindo, por exemplo, o proxecto Móllate, que se aplica no San Xoán». Un técnico municipal manifestó ayer que la situación de la madrugada les cogió desprevenidos «e tentaremos colocar máis colectores de lixo como se facía habitualmente as fins de semana para que non aconteza o mesmo», subrayó.

 Pero la imagen y el escenario que presentaban los jardines de Méndez Núñez no pasó desapercibido para los coruñeses ni para los más de 1.400 pasajeros que hicieron escala ayer a bordo del trasatlántico neoRomantica.

 Y es que el proceso de limpieza en la zona del botellón en los jardines se alargó hasta más allá de las nueve y media de la mañana. Mucho antes de esa hora ya se encontraban en el área de ocio varios vecinos paseando a sus perros: «Esto es una auténtica vergüenza. ¿Cómo es posible que dejen celebrar este tipo de mal llamadas fiestas en un lugar tan emblemático como este?», dijo Lorena Sánchez.

Pero no solamente eran los paseantes los que se quejaban de la situación de los jardines: «Esto es inconcebible. No es posible que a las nueve de la mañana la porquería esté aún en el jardín cuando los más de 1.400 pasajeros de un trasatlántico están pasando por aquí. ¿Esto es lo que le queremos enseñar a nuestros visitantes? ¿Vamos a atraer así a nuestros turistas, un recurso económico importantísimo?», se preguntaba Juan Ruiz, un trabajador de una cafetería de la zona de los Cantones.

Pero las críticas sobre lo acontecido en la madrugada de ayer en Méndez Núñez no solo llegaban de vecinos y visitantes de la ciudad. Los propios participantes en el botellón, los más rezagados, se quejaban de la falta de vigilancia: «Non vin nin un axente durante toda a noite nin a madrugada. Aquí cada un facía o que lle daba a gana. Incluso había menores de idade bebendo coma cosacos», indicó Raúl Taboada, un estudiante universitario.

Los vecinos de la zona no pueden más. «Esto es una selva. Las zonas verdes están llenas de porquería, también las vías para pasear, hasta la fuente. «¿Qué tenemos que hacer para evitarlo?», se preguntan.

Un problema enquistado en el tiempo que viaja de barrio a barrio

El botellón se trata de un problema enquistado que desde hace varios años afecta a los vecinos de la ciudad. Los cabreos y las quejas de los ciudadanos solamente tuvieron una respuesta por parte de las autoridades: «El silencio, los cambios de lugar para sus celebraciones, la nada», manifestó Raúl González un vecino de la plaza del Humor, donde durante tantos años «tuvimos que sufrir semejantes desmadres», subrayó.

Xosé G. recuerda los inicios del botellón en A Coruña. «Bajábamos a las playas de Riazor y del Orzán para beber. Nuestras economías de estudiantes no nos permitían ir a los bares del Orzán. Eso era para ricos», dice.

Pero el frío, la lluvia «nos hizo desplazarnos hasta las arcadas de la zona del Playa Club o del edificio de Hacienda y del ambulatorio de San José», cuenta este hombre. Pero tampoco esos escenarios eran los mejores. «Los vientos y las lluvias del invierno no nos dejaban en paz».

El lugar elegido fue, entonces los jardines de Méndez Núñez. Allí los jóvenes se escondían de los temporales entre los árboles, los aleros de los baños y de la Terraza. La policía los controlaba, y decidieron mudarse a la plaza del Humor, en San Agustín. Allí el botellón llegó a causar auténticas batallas campales. Las peleas entre los jóvenes, y menores identificados por el 091 y el 092, los destrozos en las esculturas, las protestas de los vecinos... lograron erradicar las fiestas en la zona.

Y se volvió a los jardines de Méndez Núñez, y los vecinos se preguntan, «¿hasta cuándo?»