Alerta por el envenenamiento de perros en varias zonas de la ciudad

p. santiago. A. A. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

alejandra del río

Un cocker murió el pasado viernes tras ingerir matarratas en la plaza Elíptica

18 ago 2016 . Actualizado a las 08:07 h.

En los paseos por la plaza Elíptica fallan estos últimos días algunos de sus habituales. Tras la muerte de la perra Thoff el pasado viernes por intoxicación por warfarina -medicamento utilizado como plaguicida contra las ratas­-, los vecinos de Los Rosales miran bien a dónde llevan a sus animales, y el concurrido parque de la Elíptica es una de las áreas a evitar después de la pérdida de la semana pasada. Para David, la pequeña cocker negra de doce años Thoff fue su primera mascota. Cuenta que la bajaron el martes de madrugada a pasear por la plaza Elíptica, «atada, porque la Policía multa a los dueños si los perros van sin correa», y no sabe «dónde pudo meter el hocico». Thoff era una perra muy querida en el barrio, muy tranquila y cariñosa. David se plantea denunciar su muerte, para que la Policía Local -que según los vecinos, asiste de paisano a la plaza a multar con alrededor de 120 euros por llevar a los perros sueltos en una zona pública- preste también atención a cualquier persona sospechosa de poner veneno entre los setos o en los parques del barrio.

María prefiere pasear a Jack por las calles de Los Rosales que en cualquiera de los parques cercanos: «Parece ser que ya van dos envenenamientos, y como no se sabe exactamente con qué, hacemos salidas más cortas y tenemos más cuidado», lamenta. Edmundo señala que cuando saca a su boxer, Dona, a pasear por las noches, le preocupa que en cualquier despiste coma algo sin darse cuenta. No es consciente de ningún problema entre los vecinos de la plaza Elíptica y los dueños de los perros, pero sabe bien que por el parque pasan «cientos de niños todos los días, puede caérseles el bocata o pueden tocar el veneno, y ya es una desgracia que muera un perro, porque son como de la familia, pero imagínate si le pasa algo a un niño».

Soluciones para todos

«La gente ahora tiene miedo», dice Luis, que trabaja en el estanco Los Rosales. «En el parque de Oza mataron a dos perros este año, uno de ellos poniéndole agujas en un trozo de carne». Piensa que la gente no denuncia porque cree que pierde el tiempo, «al no saber exactamente dónde se intoxicó el perro». Respecto a aquellos vecinos más susceptibles a los animales, Luis entiende los enfados por los excrementos que no se recogen, «pero que habiliten un pipicán». Elvira apunta que acaban metiendo a todos los dueños en el mismo saco: «Me han echado alguna bronca cuando yo ya estaba desatando el nudo de la bolsa para recoger la caca de Fluffy». Al igual que muchos vecinos, reclama una zona especial para los perros, «ya que en el barrio hay muchos, y también mucho parque», y las dos únicas áreas caninas de la ciudad están en Novo Mesoiro y Santa Margarita. El propio David propone «establecer horas concretas», en las que no haya niños en los parques, para que los perros puedan estar sueltos sin peligro.

Marco también trabaja en Los Rosales, pero vive en Ciudad Escolar, donde señala que murió un perro el mes pasado, y otros dos antes de verano: «Lo achacaron al veneno que ponían para las palomas, pero yo no lo creo». En el parque de la Torre también han sonado los casos de envenenamiento, y se colocaron carteles de advertencia para que los vecinos estuviesen al tanto. «Hai a quen lle molestan os animais e os envelenan ou poñen puntas nas salchichas, e o caso é preocupante, non só para os animais, tamén para as nenas e nenos que van ao parque», señala Alberte Fernández, presidente de la Asociación de Vecinos de Monte Alto.

El año pasado se denunciaron cuatro muertes en Eirís, y hace una semana moría en Oleiros la perra Satra, envenenada con raticida. Un mal que revive cada año, y al que los vecinos plantan cara vía redes sociales, compartiendo cualquier consejo que pueda mantener a salvo a sus mascotas.