Delfines y la Torre como mapa de ruta

PAULA SANTIAGO, a. a. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PÉREZ

Los primeros barcos de The Tall Ships Races adelantaron su llegada al puerto coruñés para evitar el mal tiempo

10 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Dos de los barcos más rápidos de la nueva edición de The Tall Ships Races -que concentrará en el puerto de A Coruña a una treintena de barcos- compartían ayer aguas coruñesas como buenos vecinos. Uno de Estonia y otro de Letonia, ambos capitanes planeaban llegar hoy a la ciudad con el resto de la gran regata, pero ante previsiones meteorológicas adversas se adelantaron.

«Ver delfines siempre quiere decir algo, en este caso que el tiempo empeoraría, por eso cuando avistamos las luces de las casas y de la torre de Hércules la tripulación se sintió a salvo», cuenta Margus Zahharov. El capitán de la embarcación estonia St. Iv lleva 36 años navegando, y dos menos participando en la regata internacional. En esta edición sus ocho tripulantes -­­­no profesionales y uno de ellos primerizo de 16 años- han conquistado el primero y segundo puesto de llegada a Lisboa y Cádiz, respectivamente, a pesar de ser uno de los barcos más pequeños del evento de grandes veleros, con tan solo 12 metros de eslora.

Un barco escuela español

Por su parte, el letón Spaniel rota de tripulación en cada etapa, por lo que no es el mismo equipo que partió desde Riga para poder empezar la regata en Amberes. Su palo mayor colecciona banderas de todas las ediciones de The Tall Ships Races. «No nos caben más», ríe su actual capitana. Del viaje destacan su paso por el Ílhavo Sea Festival, en Aveiro, Portugal. Cuenta del barco que fue construido en 1980 por «el polaco más rápido en cruzar el Atlántico con él». Mientras que, el Atyla se hizo entre Lekeitio (País Vasco) y Soria hace 30 años con la intención de dar la vuelta al mundo. No pudo ser por problemas en el patrocinio, pero la familia que lo construyó lo conserva y lo dedica a diferentes actividades desde entonces. Rodrigo de la Serna tomó las riendas del negocio familiar hace cinco años, cuando lo convirtió en un barco escuela internacional para enseñar a todo el mundo lo que supone navegar de manera tradicional en una goleta artesanal. Hay entre la tripulación un entrenador que instruye al grupo en el trabajo en equipo, con el inglés como lengua oficial a bordo, porque «hay gente de la República Checa, de Holanda o de Dinamarca», señala el capitán.

«La embarcación estará abierta durante cuatro días para todo el que quiera verla, conocer su historia o apuntarse a las siguientes etapas». Es la tercera vez que el Atyla para en el puerto coruñés, porque «es un buen lugar para repostar, al estar en la esquina para ir al Norte o al Sur, nos tratan siempre genial y hay buena comida». Comenta Rodrigo de la Serna que, como el Spaniel o el St. Iv, adelantaron su llegada por el mal tiempo. El cuarto y último en atracar ayer fue el Black Diamond of Durham y se espera que hoy arriben más veleros.