La música sintética de Editors pone el broche final al Noroeste en Riazor

claudia vázquez, C. M. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

César Quian

Los británicos ofrecieron un directo ecléctico en la playa, más llena que el viernes

07 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El escenario por excelencia del Noroeste bajó ayer el telón con el sonido ochentero de Editors. La banda británica llegó a A Coruña con su último trabajo In Dreams, un álbum que les aleja del rock y les acerca a la música sintética y a la electrónica. En un concierto lleno de matices, los músicos pasaron de sus temas más oscuros a un electropop festivalero. El público les siguió el ritmo, volviéndose loco cuando subía la música y balanceándose en sus temas más lentos. Fue un directo emocional y emocionante al mismo tiempo.

Los de Birmingham no decepcionaron a los cerca de 18.000 asistentes (según la organización) a la playa de Riazor, aunque sí se hicieron de rogar. Comenzaron abriendo boca con su ya clásico Sugar, pero no fue hasta casi el final cuando tocaron uno de sus temas más conocidos, Papillon, y no faltó Smokers Outside The Hospital Doors. El vocalista, Tom Smith, pasó al piano en varias ocasiones para tocar Forgiveness o Racing Rats.

Además de la voz de Smith -a la que se sumaron sus peculiares movimientos de baile-, sonaron el bajo de Russel Leetch, la batería de Ed Lay, la guitarra de Justin Lockey y los sintetizadores de Eliott Williams. Al mismo tiempo se podían escuchar ecos de Depeche Mode, Slowdive o David Bowie, todos ellos grandes inspiraciones para el grupo.

Los británicos fueron el plato fuerte, pero no estuvieron solos en una velada en la que distintos estilos musicales se fusionaron a la perfección. Estrenaron la noche los compostelanos Komódo con su mezcla de blues y rock alternativo y el funk y blues de los coruñeses Look out brother!. Muy celebrada fue la actuación de Freedonia, una banda que en los últimos años se ha convertido en un referente en España e internacionalmente de la música soul y funk, con un directo lleno de fuerza. Fue el cierre perfecto para el recital, con una playa tan llena de gente como de energía, que bailó y coreó toda la noche, sin importar que sonase blues, rock, soul o música sintética. Lo importante era disfrutar.