La normativa acaba con los míticos helados de la Ibi

Noelia Silvosa
noelia silvosa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

P. Rodríguez

La norma elimina las furgonetas y solo permite vender en carros sin motor, sin máquinas para el dulce más popular

07 jul 2016 . Actualizado a las 07:53 h.

Este verano no habrá helado de máquina. Al menos en los carritos de toda la vida, que por primera vez -cuentan vendedores- se han encontrado con la prohibición de despachar su producto en furgoneta. Cualquiera que se acerque al paseo marítimo y vaya en busca del de las Esclavas experimentará una sensación de vuelta al pasado, porque han dado un paso atrás del vehículo a motor al carrito de ruedas.

Además de otros perjuicios para el propio vendedor, este año nadie podrá comprar allí el mítico helado exprés de la Ibi que tantos esperan como agua de mayo en pleno mes de julio. Esta es, o era, la época de venderlos.

Los coruñeses de cierta edad llevan en el alma esculpida la imagen de aquellas furgonetas crema y azul, las de la Ibi, que orillaban en el castillo de San Antón, por poner un sitio, para surtir al personal con aquellos cucuruchos que se rellenaban con grifo, tal cual una cerveza.

Los heladeros ambulantes se han encontrado de golpe y porrazo con una realidad bien distinta a la de esa estampa. Algunos llevan con sus papeles en regla desde los años sesenta e insisten en que pagan religiosamente sus impuestos, incluido su enganche a la corriente. Sin embargo, el Ayuntamiento ha eliminado las furgonetas.

Desde el consistorio indican que ni la normativa es nueva ni es exclusiva de A Coruña. Los criterios que se aplican, dicen, son los mismos aprobados en el 2014 y que se basan en leyes estatales y autonómicas que regulan la venta ambulante.

Concurso público

Lo que antes funcionaba solo, sin regulación especial, ahora la tiene. Hubo una larga época en la que los heladeros podían ponerse más o menos donde consideraban. Ahora el consistorio convoca un concurso público al que puede presentarse quien quiera. Quien cumpla y lo gane puede vender, quien no, no. Y tampoco lo puede hacer en cualquier, sino donde se establezca. En el paseo marítimo, por ejemplo, salieron a concurso siete puestos, todos para carritos con ruedas y sin motor. Esos transportes, lógicamente, no pueden cargar con las máquinas exprés, de ahí que los heladeros ya no las lleven. Pero calma, que quedan los helados de bola.

La vida se ha hecho más complicada para los heladeros con tanto papeleo y tanta limitación. Ayer mismo -tal y como pudo comprobar La Voz- la Policía Local se acercó a uno de ellos para hacerle conocedor de que existe una denuncia contra él por «robo de corriente eléctrica». Una causa que, en principio, parece de corto recorrido, dado que el comerciante habría presentado la factura de pago que demuestra lo contrario.

Los carritos, según el pliego de condiciones, no pueden acercarse a los quioscos existentes, y cuando lo hacen, a veces, alguno de los quiosqueros podría requerir la presencia policial.

En cualquier caso, la sorpresa de los viandantes es mayúscula cuando se acercan al carrito. No solo porque se encuentran literalmente con un carro, sino también por el hecho de que no pueden adquirir el helado exprés de toda la vida. Las preguntas al heladero correspondiente se suceden, al igual que las lamentaciones. El mítico helado de la Ibi, después de medio siglo de vida, dejará de pasar de padres a hijos por obra y gracia de la moderna normativa.

Mientras, el colectivo de artesanos y comerciantes trata de encontrar una explicación a esta situación que les afecta precisamente en el momento en que pueden desarrollar plenamente su actividad. Del mismo modo, no descartan movilizarse llegado el momento.