¿Y sir John Moore qué dice del «brexit»?

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

05 jul 2016 . Actualizado a las 18:16 h.

El amanecer del día de San Juan el aire todavía olía a sardinas y xurelos y a los ramos y apuntes que se habían quemado de madrugada en la cacharela de Azcárraga. Con la resaca más larga del año en la mollera (la resaca siempre es proporcionalmente inversa a la duración de la noche), hubo que pestañear cuatro o cinco veces antes de digerir lo que estaban escupiendo la radio y Twitter: el Reino Unido se piraba de Europa.

Tumba de Sir John Moore en el jardín de San Carlos
Tumba de Sir John Moore en el jardín de San Carlos No disponible

Los coruñeses somos anglófilos desde 1809 (hasta ese momento nuestra relación con la Gran Bretaña era más bien belicosa). Cuando sir John Moore escogió Elviña para zurrarse con las tropas napoleónicas toda la ciudad se hizo británica de la noche a la mañana. Además, hay mucho coruñés nacido en Londres, porque los coruñeses nacemos donde nos da la gana: en Londres, en Lugo, o incluso en la misma Coruña.

Por eso, lo primero que hice la mañana de San Juan, antes incluso de lavarme la jeta con el agua de hierbas a remojo, fue bajar al jardín de San Carlos para comprobar si el sepulcro de sir John estaba en su sitio o, por culpa del brexit, había ascendido a los aires rumbo a las islas. El general seguía en su túmulo, aunque algo estupefacto por el voto de sus compatriotas:

-¿Para esto hicimos una guerra?

No supe qué contestarle, pero afortunadamente ya asomaba entre los negrillos el fantasma de Lady Stanhope, así que sir John pasó mucho de mí y mis tribulaciones europeístas y siguió a lo suyo, o sea, a sus asuntos de muertos y espectros. Y cuando eso sucede es mucho mejor dejar a los difuntos a solas con sus cosas.

Así que, esquivando los borrachos que todavía venían tambaleándose de la playa y otros garitos, me largué Maestranza arriba hacia Orillamar, en busca de lo que Rubén Ventureira definió una vez como el Gibraltar coruñés. ¿Se habría independizado ya el cementerio inglés? ¿Habría que desenfundar el pasaporte para pasear al perrito frente al portalón verde sobre el que se lee en piedra: «British Cemetery»?

Aparentemente todo estaba en su sitio. Pero decidí cerciorarme. Pegué el ojo a la cerradura de ese pedazo del Reino Unido que hay junto al camposanto de San Amaro. Sobre un tapete verde con vistas al mar, se podían ver las 50 tumbas en las que desde 1836 se han ido enterrando los ingleses que vienen a morir a la ciudad.

Con el brexit ya desbocado en las moquetas de Bruselas, en A Coruña todavía no hay secesión. Ni el cementerio inglés ni el sepulcro de Moore han soltado amarras. Ni siquiera han pedido la salida de la Unión Europea. Y si algún día se van, habrá que apuntarse y pedir la anexión del jardín de San Carlos, de Monte Alto y, ya puestos, de Coruña entera al Reino Unido. Porque a anglófilos no nos gana nadie.