El nuevo barrio de la ciudad, con 400.000 metros cuadrados y 3.000 viviendas, el que iba a ser el nuevo Los Rosales, se convirtió, finalmente, en un problema. El caso del Ofimático es, probablemente, único en su especie. Seguramente no hay ninguna actuación urbana que haya logrado lo que se dio allí: que absolutamente nadie quedara contento. Tras décadas de gestación, cuando llegó la luz verde ya era demasiado tarde. En A Coruña se gestó la mayor promoción inmobiliaria de Galicia con la crisis mostrando algo más que los colmillos. Y como suele suceder, todo salió mal.
Para empezar porque se convirtió a los propietarios, mediante un régimen de cooperación, en promotores. Los hubo que se quedaron sin casa y además con deudas por las cuotas de urbanización impuestas. En los años dorados podrían haber vendido su suelo con beneficios, pero con la crisis esa opción se cerró.
Los empresarios con grandes parcelas se vieron metidos en el mismo problema: tenían que pagar cuotas sin visos de poder vender. De hecho, denunciaron en el juzgado la adjudicación a Acciona y ganaron.
Los cooperativistas que se iban a instalar allí a precios económicos, tampoco salieron bien parados, más que nada porque llevan ocho años esperando para poder ver sus pisos. Una espera desesperante para personas en muchos casos modestas. Y finalmente hasta para Acciona salió mal la cosa y está por ver cómo acaba la historia judicial.