La expedición a la conquista de las Molucas y las especias

Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

Unos 450 vascos y gallegos tripulaban las siete naves que salieron de A Coruña para bordear la ruta sur de América

04 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Puerto de Galicia, el más seguro de todos los puertos, y donde caben todas las naves que el mar contiene». Así describió el humanista Pedro Mártir de Anglería, en su obra De Orde Novo, la importancia que tenía el puerto de A Coruña a comienzos del siglo XVI. Por eso, por su estratégica situación en las rutas atlánticas, por su proximidad a los puertos del norte de Europa donde se encontraban los principales centros de consumo y también por la presión ejercida por los nobles gallegos y los armadores vascos, el rey-emperador Carlos de Habsburgo decidió otorgar en 1522 a la ciudad de A Coruña el privilegio exclusivo sobre las expediciones y el comercio con las islas Molucas o islas de las Especias. Para llegar a las mismas era necesario ir siguiendo la ruta que bordeaba América del Sur y después cruzaba el Pacífico.

La hazaña de Elcano

Dicha ruta la había abierto, partiendo de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) en 1519, Fernando de Magallanes y después de su muerte la completó Juan Sebastián Elcano. Este último fue el primero en circunnavegar la tierra, regresando a España el 6 de septiembre de 1522.

Una vez conocida la noticia de la hazaña de Elcano, el rey-emperador decidió enviar una nueva armada para dominar dichas islas. El objetivo era controlar el mercado de las especias que allí se producían (clavo, nuez moscada, pimienta ?) y que tenían un alto valor y demanda en Europa.

Esta pretensión tropezó con la oposición de los portugueses que también habían llegado hasta las islas Molucas siguiendo la ruta que bordeaba África y la India.

Pertrechados en la bahía

La disputa con los portugueses retrasó la expedición mientras se intentaba llegar a un acuerdo que finalmente no fue posible.

La nueva armada se construyó en los puertos de Bilbao y A Coruña, estando ultimada en el mes de abril de 1525. Hacia principios de junio de ese año se concentró en la bahía coruñesa, donde se pertrechó para una larga navegación y se artilló por si era necesario combatir en algún momento de la larga travesía que iban a iniciar.

Estaba formada por siete naves de porte diferente: la capitana era la Santa María de la Victoria, que estaba al mando de García Jofre de Loaísa, nombrado capitán general y gobernador de las Molucas; le seguían el Sancti Spiritus, que tenía como capitán y piloto mayor a Elcano; las naos Anunciada y San Gabriel, las carabelas Santa María del Parral y San Lesmes, y el patache Santiago.

En dichas naves embarcaron unos 450 hombres, predominando los vascos y gallegos, todos ellos gente experimentada en la navegación.

Los comandantes de los barcos juraron fidelidad en la bahía ante el virrey de Galicia

A Coruña bullía con los preparativos de la expedición a las Molucas y soñando con las riquezas que en el futuro llegarían de aquellas islas. Una vez recibida la orden, en la tarde del 23 de julio de 1525, con solemne pompa, se bendijo el estandarte real y se realizó la ceremonia del homenaje.

Ante el virrey de Galicia, el conde Fernando de Andrade, el general Loaísa se arrodilló y en sus manos prestó juramento de fidelidad; lo mismo hicieron sus capitanes ante el general y los soldados ante sus capitanes.

Al amanecer del día 24, según relata Pedro Mártir de Anglería, «con viento favorable de tierra, la armada dio sus velas al viento. Al levar anclas, tocaron las trompetas, sonaron los tambores y retumbaron los cañones; de modo que parecía que se hundía el cielo, y temblaban las montañas de alegría».

Sin embargo les esperaba una calamitosa travesía y finalmente solo una de las naves que salieron del puerto de A Coruña llegaría a las islas Molucas.