A la pobreza le sobran banderas

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

En los Cantones y plaza de Orense pide ayuda con bandera española.
En los Cantones y plaza de Orense pide ayuda con bandera española.

Cuando pide ayuda en la Gaiteira lo hace con la enseña gallega y en los Cantones usa la española «solo para que me vean»

28 ene 2016 . Actualizado a las 16:34 h.

«Nosotros somos invisibles; si conseguimos que alguien nos llegue a ver pues nos ayuda, porque ya te conocen. Pero realmente somos invisibles. Es triste, pero es lo que me ha tocado vivir de momento y tampoco hay que darle muchas vueltas». Lo conocen como Epi y esta es su filosofía de la calle. «Estoy sin trabajo, con 55 años», resume este hombre natural de La Mancha, «pero llevo 25 años en Galicia, estoy empadronado en A Coruña». Lo cuenta mientras sus ojos apenas pierden detalle de las personas que pasan por la calle peatonal de la Gaiteira. Su cazadora raída muestra que no son buenos tiempos. A su lado, una gorra contiene unas monedas apoyada sobre una bandera de Galicia cuidadosamente doblada. Esto ayer, porque cuando Epi está en la plaza de Orense o en los Cantones, «allí donde están todos los bancos», la gorra reposa sobre una bandera de España. Se ríe al preguntarle por ese uso de las banderas: «Es para que se vea que soy de la tierra, soy español. No es con otro significado, que vean que no soy rumano». Insiste en que las enseñas no tienen más intención que hacerse visible: «La bandera de España la pongo según en qué zonas, porque parece que no, pero ayuda. Cuando me pongo en el Cantón hay gente que se sorprende, a veces oigo: 'Manda carallo el tío, con la bandera de España'. Es como un anuncio, se les queda grabado y consigues que te vean, que es la finalidad». Esa visibilidad es también el motivo por el que accede a contarlo, «para que nos vean, que dejemos de ser invisibles».

M.R.

Durante años, Epi trabajó en mudanzas y de conductor de un camión, «ahora no hay nada. En el currículo me he puesto para atender a personas mayores, desbroce de montes, limpieza de playas... Un montón de cosas», dice.

Sin embargo, «en esta situación hay muchas personas, unos mejor y otros peor. Yo con lo que me van ayudando tengo para la comida. No voy a la Cocina Económica, no digo que esté mal, pero prefiero gastarme cuatro euros en un supermercado; me hago unos huevos fritos con patatas y quedo como un campeón», relata. Cada día guarda algo del dinero que le dan para pagar la habitación en la que duerme y «de vez en cuando saco para una bombona de butano». Está solo, la familia la tiene en Madrid. «Quien piense que esto es fácil que coja un taburete y se siente en la calle y verá lo que es». Además, «ahora estamos en la cuesta de enero, que ya es casi hasta abril...». Epi está dispuesto a empezar a trabajar hoy mismo, si tuviera donde, porque a la pobreza le sobran las banderas.