Fernando Pereira: «Tengo 30.000 vinilos y sigo comprando»

A CORUÑA CIUDAD

El pintor Fernando Pereira, de 56 años, casado y sin hijos, considera la playa de Riazor su «patio de recreo».
El pintor Fernando Pereira, de 56 años, casado y sin hijos, considera la playa de Riazor su «patio de recreo». césar quian< / span>

El pintor dejó en el 2000 el mundo de la hostelería para dedicarse de lleno al arte

30 nov 2015 . Actualizado a las 18:19 h.

Siempre que pinta escucha música. «Estoy a la última, al tanto de las novedades. La base es siempre rockera. Últimamente me emociona el I stille believe de Frank Turner. Es un himno a lo que pasó de los años cincuenta hasta hoy. Es una nueva poesía punk», comenta. Confiesa que utiliza un tocadiscos. Suena a antiguo. «Tengo 30.000 vinilos y sigo comprando», reconoce Fernando Pereira Pena, un clásico del arte, la noche y la música. Amigo de Loquillo y Antonio Vega, coleccionista de guitarras firmadas por B. B. King, The Cure o Status Quo, y autor de cuadros que se venden entre 6.000 y 10.000 euros. «Los pequeños a 1.500. Aunque no puedas pagar la luz, los cuadros no puedes bajarlos de precio. Eres esclavo de lo que la gente paga», analiza. Charlamos en el Playa Club, el complejo que levantó su padre, también artista, en 1957. Hace unos días se celebró aquí el 35.º aniversario del nacimiento del Clangor con una fiesta que resultó un éxito. «Estaba cansado del aniversario del Clangor de Santiago y del tema del atentado, así que decidí hacerlo así. Vino Loquillo, estaba abarrotado, y tuvimos que cambiar la cabina para poner los platos para los vinilos», comenta.

Trabajo en soledad

En el año 2000 dejó el mundo de la hostelería para dedicarse de lleno a la pintura aunque reconoce que, después de la última fiesta, «me costó volver a la normalidad. Como a diario trabajo en soledad recuperé las sensaciones de la noche, los amigos...». Cumplió 56 años, está casado y no tiene hijos. «Me casé hace 14 años, pero con Mónica llevo 26». Estudió en Santa María del Mar y, al terminar, se fue a Londres. «Fui a aprender inglés y a estudiar arte. La verdad es que aprendí el oficio con mi padre, Tomás Pereira. Creo que en las escuelas tratan de corregirte los defectos y lo que en realidad hacen es fastidiar tus señas de identidad», analiza Fernando, orgulloso de que «la gente vea un cuadro mío y lo reconozca».

En bicicleta

Todas las mañanas recorre la ciudad en bicicleta. «Utilizo la bici municipal. A Coruña cada día es distinta y tiene una calidad de vida que no te ofrece otros sitios». Su rincón favorito es donde charlamos. «La playa de Riazor fue mi patio de recreo y ahora sigo aquí, vivo al lado de las Esclavas». Fuma, bebe sus copas y «me gusta comer bien». Asegura que tiene muchos defectos. «Los artistas somos egocéntricos, caprichosos, poco previsibles... La lista es interminable». Nunca utiliza el ordenador. «Todo mi sistema informático es mi móvil. Me aburre muchísimo estar sentado delante de una pantalla». Admirador del arte de su padre y de Jackson Pollock, cree que falta un espacio donde exponer las obras de los grandes pintores coruñeses del siglo XX, los Abelenda, Lugrís, Lago Rivera... Dice que a veces tarda dos o tres semanas en terminar un cuadro y, otras, «en una noche pinto uno maravilloso». Vigilando su taller siempre está el indio del desaparecido pub Saloon de la Marina. «Es una leyenda».