Una familia gallega cambia la tierra por el mar

A CORUÑA CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

08 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pilar nació hace menos de un mes y ya conoce el mar. Ahí la tienen, en brazos de su padre en el Náutico de A Coruña. De hecho, aprenderá a caminar en un barco. Sus hermanos, de 7, 6 y 4, ya saben lo que es vivir embarcados. Esta primera semana de noviembre la coruñesa Pilar Casares y el madrileño Rafael Benítez me contaron su apasionante historia. ¿Cuántas veces se le pasó a usted por la cabeza cambiar su modo de vida? ¿En cuántas ocasiones se planteó dejarlo todo y empezar de nuevo en otro lugar? Ellos lo hicieron. Debido al nacimiento de su cuarto hijo este curso vivirán en tierra, en A Coruña, pero en cuanto acabe el colegio los seis miembros de la familia emprenderán navegación en su velero de 15 metros. «A lo mejor vamos primero a Grecia, por el Mediterráneo, y después a Canarias, antes de cruzar el charco con dirección al Caribe», relata Rafa. Allí buscarán una isla que esté algo desarrollada para que los pequeños puedan ir al colegio. «Estaremos, no sé, un par de años, y después buscaremos otra isla u otro lugar en la costa», avanza. Pero ¿qué les llevó a tomar esa decisión?

Un dibujo

Antes de responder a esa pregunta conviene decir que tanto Pilar como Rafael son tan expertos como apasionados de este mundo. Rafa es marino mercante y Pilar patrón de altura y mecánico naval. «He navegado desde que recuerdo», comenta Pilar, hija de Maxi Casares, un veterano navegante y meteorólogo que participó en pruebas como la Copa América. La pareja se fue en barco a Mallorca con el objetivo de trabajar en el sector náutico. Crearon su propia empresa y llegaron a tener en poco tiempo una flota de siete veleros para alquiler con o sin patrón. Todo iba viento en popa hasta que los niños regresaron de su primer día de cole con un dibujo que resumía lo que había sido su verano. En aquel inocente trabajo infantil solo se veía a la cuidadora de los chavales en el jardín de su casa en Mallorca. «Sin pensarlo dos veces cerramos la persiana. Nos deshicimos de todo, compramos el barco, lo preparamos  para viajar con placas solares para la energía, una potabilizadora de agua... De todo para no depender de nadie», resumen. Partieron con un solo rumbo fijo: «Ser una familia normal que ha decidido enfocar su vida de una manera diferente», apunta Pilar. Fueron haciendo paradas en distintos lugares hasta que fondearon cuatro meses en el Guadiana donde los pequeños acudieron a una escuela rural. «Fue una experiencia muy buena para ellos. Probamos con la educación a distancia que ofrece un organismo de la Unión Europea. El niño hacía las fichas que nos remitían por correo electrónico y cuando encontrábamos wifi las enviábamos, pero es una locura. No va con nosotros», destaca Rafa. Fue entonces cuando su mujer se quedó embarazada y decidieron cambiar momentáneamente de planes. Hasta el próximo mes de junio. En cuanto los niños acaben el curso izarán velas para navegar hacia el futuro, hacia cualquier lugar del globo terráqueo donde haya mar. A estas alturas de singladura se preguntarán: ¿Y de qué vive esta familia? Porque la aventura es muy romántica y la experiencia única, pero hay que comer y mantener el barco, que no es barato.

Una página web

Su fuente de ingresos es la web www.bigboynautica.com. «Nos dedicamos a asesorar a la gente que quiere disponer de un barco en cualquier punto del planeta. Lo que nos diferencia de la competencia es que nosotros conocemos de primera mano los barcos, las empresas que los alquilan, y los lugares más espectaculares», relatan, junto a los cuatro hijos, desde su velero-hogar-empresa.