¿Es posible recuperar el trazado completo de las murallas?

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

La rehabilitación de diversos tramos por parte del Ayuntamiento busca servir como nuevo elemento de regeneración urbana

13 oct 2015 . Actualizado a las 20:16 h.

La ciudad de cristal, la amurallada y la vinculada al mar. Son los tres reiterados calificativos de la imagen de A Coruña, si bien en la actualidad el que parece más diluido es el relacionada con las murallas que durante siglos custodiaron la vida de los coruñeses. El arquitecto y ensayista Fernando Chueca aludía, en su obra La destrucción del legado urbanístico español, (Madrid, 1977), a la ciudad de cristal: «Que puede decirse del frente de los Cantones y de la Marina, con sus prodigiosas galerías encristaladas, sino que todo respira alegría, diafanidad, luz reverberante en los reflejos de un múltiple espejo, rutilante, cuadriculado por las líneas, de un blanco purísimo, en sus baquetones. Esta fachada de cristal que La Coruña nos ofrece no tiene par en el mundo...»

Y es justo al pie de esa fachada de cristal, en Puerta Real, donde se ha dado uno de los últimos pasos para recuperar el otro calificativo, el de la ciudad amurallada, esa que para José Ramón Soraluce Blond es «pretérita, perdida en la imagen de la historia de la ciudad, de su pasado».

Este catedrático de Composición Arquitectónica (Historia del Arte) de la Escuela Superior de Arquitectura es el autor del documento que sirvió de base para la elaboración del último plan de las murallas coruñesas. De hecho, Soraluce está considerado como el mejor conocedor y mayor experto en las mismas.

Entre las primeras actuaciones del nuevo Gobierno local está la protección del tramo de muralla que se encuentra en Puerta Real, aunque apenas era visible. Sobre estos restos decía en su día Marco Antonio Rivas, arqueólogo municipal, que el primer paso ha sido «hacer un estudio de los distintos paramentos para poder datarlos».

La ventana arqueológica

Otro arqueólogo, autor de dicho estudio, argumentó que había dos fases históricas de uso de dicho espacio, que van desde el siglo XIII al XVII, y concretó que uno de los tramos corresponde a una muralla de más de dos metros de ancho que habría sido construida en el siglo XIII.

Por ahora, el Gobierno municipal ha decidido cubrir con césped estos restos, conocidos como la ventana arqueológica, a la espera de tomar una decisión sobre la musealización de los mismos, que tienen unos tres metros de profundidad en algunos puntos. La medida cuenta con el respaldo de los responsables de Patrimonio de la Xunta.

Pero este es solo uno de los puntos donde se están llevando a cabo trabajos de rehabilitación de la muralla y en todos ellos se hace con intervenciones muy concretas que podrían hacer posible recuperar casi el trazado completo de las mismas.

Demolidas por inútiles

De todos modos, una cuestión que habrán de resolver los técnicos es la de saber cuáles son los muros que deben ser recuperados puesto que han sido muchas las reformas que a lo largo de los años han ido sufriendo. Lo mismo ocurre con la distinta valoración de los tramos de muralla, que van desde los que han sido demolidos a los que fueron declarados Conjunto Histórico Artístico o Bien de Interés Cultural.

Soraluce Blond ha publicado en Abrente, el boletín de la Real Academia Gallega de Bellas Artes de la que forma parte, el texto titulado Las murallas de A Coruña. La historia como elemento de regeneración urbana, un trabajo en el que resume cada una de las modificaciones que han sufrido las murallas coruñesas.

«La fortificación de la ciudad, elevada sobre un saliente costero, se remonta al siglo XIII aunque sus murallas crecieron y se multiplicaron durante seis siglos, formando un impresionante sistema defensivo, cuya ruina y demolición se inició a mediados del siglo XIX, coincidiendo con su inutilidad militar y la necesidad de crecimiento y expansión urbana». En este resumen histórico, apunta como la ciudad moderna «abandonó los restos militares, degradando y destruyendo las fortificaciones, cuyo olvido y abandono no ha podido, a pesar de todo, acabar con su presencia, conservándose restos de las murallas en diversas zonas del casco histórico».

Volver a unir de alguna manera los tramos que se conservan con esos vestigios es uno de los ambiciosos objetivos que plantea, si bien, «uno de los problemas para la recuperación histórica de este patrimonio es su identificación histórica, aunque la rehabilitación del mismo no debe limitarse únicamente a restaurar los restos de una época determinada, ni por su antigüedad».

El baluarte de las Ánimas

Y es que el conjunto amurallado tiene una forma irregular con muros de sillería y mampostería de granito, construidos a lo largo del tiempo, «con un trazado interrumpido, de perfil roto y ordenación discontinua, con unos tramos completos de fortificación y otros restos aislados que pertenecen a diversas épocas, unos medievales, otros de los siglos XVI y XVII, fortificaciones del siglo XVIII y también tramos construidos en los siglos XIX y XX», describe este experto.

Un ejemplo de esa complejidad de estructuras está en el tramo de la zona de las Ánimas, por detrás del hospital Abente y Lago, donde la limpieza llevada a cabo ha permitido descubrir un baluarte que estaba sepultado por los restos que, durante años, se habían ido acumulando en su entorno.

Los técnicos destacan la diversidad de paños de construcción, que muestran las distintas etapas por la que fue pasando este trozo de muralla, cuya construcción arranca desde una base del siglo XVIII cuando fue levantada dentro de un sistema defensivo de esa parte de la ciudad.

Este es uno de los tramos de muralla ya rehabilitado, un objetivo que Soraluce Blond apuntaba como la que debería ser la segunda finalidad del plan de recuperación de estos restos históricos: «El tratamiento arqueológico de cada tramo y de cada elemento para su integración en un trazado continuo, mediante intervenciones de diseño contemporáneo». En este sentido alerta este experto de que la «peligrosa tentación de rehacer una falsa muralla antigua, inventándose los tramos perdidos, debe evitarse».

Puesta en valor

El primer punto que propone es recuperar las murallas como Bien de Interés Cultural y «la puesta en valor de todo el conjunto como un nuevo perfil paisajístico de la Ciudad Histórica, recuperando la imagen continua de lo que fue la herencia histórica, restituyendo un perfil perdido y deteriorado por actuaciones urbanas y constructivas disgregadoras de la percepción de una ciudad monumental». Con ello, el calificativo de la ciudad y el mar tendrían un nuevo nexo de unión: las murallas que les unen.