Manuel Arias: «Voy a crear un cóctel en honor a mi nieta»

A CORUÑA CIUDAD

El Pirata de Santa Cristina, Manuel Arias, tiene 60 años, dos hijas de 33 y 25 y este verano se estrenará como abuelo.
El Pirata de Santa Cristina, Manuel Arias, tiene 60 años, dos hijas de 33 y 25 y este verano se estrenará como abuelo. paco rodríguez< / span>

20 jul 2015 . Actualizado a las 16:43 h.

Antes de empezar a charlar me prepara un gin tonic «suavecito». Lanza la primera sentencia-consejo. «Buen hielo, que es fundamental que aguante en la copa hasta el final, buenos cítricos, que no estén en la nevera porque tienen que expresar el ambiente, un poco de London gin seca, y tónica», comenta mientras coloca la lima, el limón gallego, y una rodaja de pomelo. «Los botánicos que llevan las tónicas ya son suficientes», apunta Manuel Arias Ferreiro, propietario del local El Pirata de Santa Cristina en el que lleva trabajando desde 1978. Es una institución en el mundo de la coctelería. Un pionero que se declara autodidacta. «Cuando empecé era un desastre, la gente solo conocía el cubata y me costó trabajo cambiar eso. Ahora es una maravilla. Estoy encantado y disfrutando mucho de este momento». Tiene 60 años. «Todavía me falta para los 61 porque nací el 31 de diciembre». Está casado. «Chiruca, mi mujer, siempre me ha apoyado, y eso que es difícil compartir la vida con un hostelero como yo». Es padre de dos hijas, María, de 33, y Xiana, de 25. La mayor sale de cuentas el 25 de agosto. «Aún no me he hecho a la idea, pero tengo muchas ganas de debutar como abuelo. Voy a crear un cóctel en honor a mi nieta»,

De Baamonde

Sentados frente a frente en el cuidado local me cuenta su trayectoria. Nadie nos molesta porque aún está cerrado y porque no hay cobertura. «Soy de Baamonde, Lugo. De una familia con un ultramarinos que todavía existe y ahora regenta mi hermano mayor. En el año 1973, siendo un chaval, empecé a trabajar en el Molino rojo, una bolera de Lugo. Primero plantando bolos (no existía la máquina que ahora los coloca) y tres meses después en la barra, que es lo que siempre me gustó, fregando vasos. Uno de los días más felices de mi vida fue cuando me dejaron servir un medio vermú», relata. Siguió en el Portón do Recanto como botones hasta que un familiar le sugirió venirse a A Coruña. «Trabajé en Casa Sara el último año antes de que cerrase. Después fui a la cafetería Linares Rivas y al Nomar y por fin en el Bora Bora, con Gil Montoro y Jesús. Fue mi primer contacto con los cócteles», recuerda. Tras una etapa en Madrid comenzó la actual aventura, además de la empresa de cátering Classic Bar. «Estoy calvo desde los 45, pero hubo una época que tuve melena», comenta sonriente.

Medalla en el maratón

Dice que trata de hacer una vida sana. «Voy al gimnasio, hago algo de bici. Me apasiona correr. Acabé el maratón de A Coruña y tengo la medalla en casa y la miro muchas veces porque terminar una carrera así una persona como yo...». Es más de pescados que de carnes y acompaña la comida con un buen vino gallego o cava rosado. Su especialidad es preparar pescados en salsa verde. Cuando puede se escapa a una casita que tiene en Aguiño. Su escondite. Asegura que sabe «ilusionarse con las pequeñas cosas» y confiesa que su principal defecto es ser «poco ambicioso». Por la noche se tomaría un whisky sour. «El cóctel favorito de Marilyn Monroe», destaca en su local de Santa Cristina. «Creo que esta zona no va a morir nunca. Tiene todo. Casi en la ciudad, puedes comer, tomar un café en una terraza y una copa al anochecer. Va a revivir», afirma Manolo. Le doy el último sorbo al gin tonic y nos despedimos. «Fíjate, los hielos siguen enteros. Es fundamental».