Los atracadores de un taxista en la Grela piden perdón y no ingresarán en la cárcel

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Uno de los acusados fue capturado por compañeros de la víctima, tras dar la voz de alarma, y el otro se entregó

25 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Se subieron a un taxi en marzo para atracarlo. Le pusieron al conductor una barra de hierro al cuello y le obligaron a que les diese todo el dinero que llevara encima. Les entregó 115 euros y se esfumaron. No habían hecho más que comenzar a correr cuando se le echaron encima varios compañeros de la víctima, que acudieron en su auxilio después de que aquel diese la voz de alarma por la emisora. Los retuvieron hasta que llegó la policía, que se los llevó detenidos. Ayer iban a ser juzgados en la sala de lo Penal número 5. El fiscal pedía que fueran condenados a una pena de 5 años de prisión como autores de sendos delitos de robo con violencia e instrumento peligroso. Pero su abogado, el penalista Ramón Sierra, alcanzó un acuerdo con la acusación, que finalmente les admitió el atenuante de drogadicción y de reparación del daño, pues le entregaron a la víctima mil euros. Los procesados pidieron perdón y la pena les quedó en dos años y medio de cárcel. Uno de ellos, que ya llevaba tiempo en prisión, fue puesto en libertad de inmediato porque el castigo apenas superaba los dos años. El otro, que carecía de antecedentes, se le suspendió la pena con la condición de que no volviese a delinquir. Si comete la mínima torpeza, así sea robar un chicle, irá irremediablemente a la cárcel.

Ni uno ni otro habían hecho tal cosa. Pero el pasado 17 de marzo por la noche, inexplicablemente, saltaron la verja que separa a los buenos de los malos. Uno, estudiante universitario. El otro, empleado fijo de una empresa. Ambos de 20 años. Uno sin antecedentes penales. Nada que ver con el común de los delincuentes. Pese a todo, a la una de la madrugada decidieron atracar a un taxista. Subieron al coche en la avenida de los Mallos y le pidieron al conductor que los llevase a la calle Gambrinus, en el polígono de A Grela. Todo fue bien durante el trayecto. Pero todo se torció en el destino. Mientras uno de los jóvenes atracadores sacaba una barra de hierro desde el asiento trasero y se la ponía al cuello al taxista, su compinche pasó al asiento del copiloto y le exigió que le entregase todo el dinero que llevase encima. Le entregó el cajetín con 115 euros y los asaltantes salieron del coche como las balas.

Huida

El taxista, al verse liberado, dio la voz de alarma, encendió de nuevo el coche y lo dirigió hacia el lugar por donde habían huido. A uno de ellos lo alcanzó. Y ayudado por otros compañeros que ya se habían desplegado por la zona, lograron retenerlo hasta la llegada de la policía. Consigo llevaba el cajetín de las monedas. El otro pudo escapar. Y eso que uno de los taxistas que participó en la batida lo conocía y lo llamó por su nombre, exigiéndole que dejase de huir, que de todos modos ya estaba identificado. El ratero no hizo ni caso. Desapareció. Pero solo por unas horas. Al día siguiente, a primera hora de la mañana, el incipiente delincuente se entregó.