Ons podría ser, en este sentido, lo que los pinzones de las Galápagos para Darwin. «Aquí quizás podemos ver el primer paso de una tendencia evolutiva», infiere Galán. Y es que sobre las culebras de las islas buenenses hay todavía muchas incógnitas. Nadie sabe cuál es la adaptación fisiológica que han desarrollado estos ofidios para lograr adaptarse a su inusual medio de caza y a sus presas y cómo sobreviven al consumo de pescados que tienen una carga de sal muy superior a la que se correspondía con sus presas en el continente. Es un misterio que dependerá de nuevas investigaciones, aunque el proyecto científico aún tardará tiempo en realizarse. No figura en los planes ambientales del parque a corto plazo.
Mientras tanto, Galán recuerda que las culebras están protegidas por ley. Estos ofidios no se pueden matar y además hacerlo no tiene sentido. No le pueden causar ningún daño al hombre. «Carece totalmente de veneno, los dientes son los de una pescadilla, son totalmente inofensivas», resalta Galán, que atribuye a los prejuicios de la gente la desaparición de las culebras de las islas de Monteagudo y Montefaro en Cíes.