El descanso tranquilo de los nombres eternos

S. G.

A CORUÑA CIUDAD

30 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Los cementerios de la zona guardan miles de historia anónimas, pero también los restos de hombres y mujeres ilustres. Eduarda Pondal, la hermana del bardo, es una de ellos. Pendiente de investigar si, como se se sospecha, era poeta (y buena), fue enterrada en el cementerio de Cospindo, en Ponteceso, el mismo lugar en que yace su hermana Josefa (el sostén familiar) o Cesáreo. El más conocido, Eduardo, está en A Coruña. Los Pondal tienen además ilustres parientes en Laxe, en un apartado del cementerio, al lado de la iglesia, no lejos de donde se depositaron los restos de los náufragos del Adelaide.

En Muxía duermen para siempre los restos del poeta Gonzalo López Abente, fallecido hace justo 50 años (el 22 de julio), y del fotógrafo Ramón Caamaño (2007). En Cee, en el instituto Fernando Blanco, reposan los del benefactor que dio nombre al centro y cambió para siempre el acceso a la educación de los ceenses y zonas limítrofes. A pocos kilómetros, en un panteón de Corcubión, yacen los benefactores Benigno Lago y José Carrera. En la iglesia Baio descansa Maximino Romero de Lema, arzobispo en Roma. Uxío Romero, obispo auxiliar de Madrid en proceso de beatificación, fue enterrado en la Almudena de Madrid.

Francisco Esmorís-Recamán, el primer gran investigador moderno sobre el pasado de Fisterra, yace en el cementerio de Santa María, donde también quedó el coristanqués de Oca Luciano Moreira. Y en Barizo-Malpica, fue enterrado hace casi un año justo José Manuel Pose Mesura, el que fuera subdelegado del Gobierno.

Por otro lado, el 28 de diciembre del año pasado, a los 10 años de su muerte, las cenizas de Man de Camelle pasaban a su caseta, de la mano de su sobrino (foto superior) y el alcalde. Fue un acto simbólico, porque en realidad siguen en el museo que lleva su nombre, a pocos metros. Habrá que esperar por las obras que permitan enterrarlas de verdad.