Ser de aquí

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

A CORUÑA CIUDAD

03 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Hacía frío el día de Todos los Santos. Recogí a mi madre y a mi hermano para ir al cementerio de Curtis, donde está enterrado mi padre. Por el camino, bajo la lluvia, mi madre nos preguntó si recordábamos que ese día, de pequeños, hacíamos rosarios de castañas cocidas. Le dije que recordaba muy bien aquellas castañas preparadas con anís. Se quedó un poco perpleja y me aclaró que había tomado por anís el fiúncho y que pensaba buscar un poco en Recareu para condimentar las castañas el sábado: «Na Coruña non hai». Recogimos a mi hermana y llegamos ante la tumba tan querida. Mi hermana la había cubierto de claveles amarillos unas horas antes. Con los ojos enrojecidos, mi madre pidió que rezáramos en voz alta. Muchas familias a nuestro alrededor andaban ajetreadas en menesteres parecidos. Hubo un silencio y luego nos fuimos a la misa de Curtis.

Entramos con la iglesia casi vacía, pero se abarrotó en pocos minutos. En esas situaciones, me gusta ver las caras, reconocer el aire de familia que tiene todo el pueblo. De hecho, en aquellos bancos había muchos parientes a los que saludamos después. El cura predicó sobre el sentido de la vida y el de la muerte, que es el mismo: ser para los demás como manera mejor de agradar a Dios. Esa idea ha forjado un arte excelso y unas costumbres alejadas de otras que apenas han producido películas serie b, repletas de monstruos baratos.

Fuimos a comer, muy contentos. Mi cuñado nos había preparado un festín que terminaba en castañas. De regreso, me descubrí feliz, con esa alegría íntima de pertenencia, de saber de dónde soy.

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