Los cerebros de la trama no escogieron a sus hombres al azar. Buscaron a agentes que tuvieran contactos con los ordenadores del cuerpo y con conocimientos en informática. Uno de ellos formaba parte de la Unidad de Informática de A Coruña, mientras que otros dos desempeñaban su función en el departamento de consultas. A pesar de tener un rango básico dentro del cuerpo, los agentes recibían numerosas peticiones de datos por parte de sus compañeros debido a su alto conocimiento en cuestiones informáticas y a su buen manejo de las bases de datos internas.
Esta red de venta de datos operaba desde hacía más de un año desde A Coruña. Sin embargo, su existencia no se conoció hasta tres meses antes de iniciarse las detenciones. Como resultado de la investigación abierta por la Unidad de Régimen Interno de la Dirección General de la Policía, se detuvo a finales de octubre de 1999 a diez personas por revelación de secretos y cohecho.