El especialista en psiquiatría infantil se encarga de coordinar en la Fundación Paideia un ciclo sobre la responsabilidad
11 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.El próximo día 15 de octubre arranca en la Fundación Paideia el ciclo La responsabilidad-responsabilidades. Con el subtítulo de Niño, padres, escuela, servicios, durante cuatro jornadas especialistas en ética, psicología o derecho como Manuel Cruz, Vicente Garrido o Esther Giménez-Salinas dilucidarán sobre el concepto de la responsabilidad. «Es un problema muy preocupante, sobre el que hay que retomar categorías», asegura Federico Menéndez, coordinador del ciclo y, hasta el año pasado, médico adjunto en la Unidad de Salud Mental Infantil del Hospital A Coruña.
-¿Es la responsabilidad un concepto caduco?
-Puede ser caduco si lo identificamos como culpa. Sin embargo, nosotros lo que pretendemos es recuperar el concepto de responsabilidad como valor de acto. Si una persona no tiene responsabilidad se convierte en una planta o en un animal. El ser humano es responsable de su esencia y sus actos tienen un valor. En el niño lo tenemos que tener aún más claro, dada esa idea del niño cándido y angelical, para hacer de él una persona capaz de pensar, de sentir y de plantearse las cosas.
-Los especialistas aseguran que ha bajado el nivel de disciplina. ¿Cómo lo ve usted?
-Desde lo psíquico yo veo que en la socialización primaria, que los niños reciben de sus padres, se basa en la autoritas. Eso significa que tú por el valor que tú tienes le das al otro una autoridad. Es todo lo contrario que el ejercicio de la coacción física. En mi generación si un padre le decía a un hijo «No me mires a la cara, ¿no te da vergüenza?» ya bastaba. Era mucho más coactivo que cualquier azote.
-¿Están los padres confundidos respecto a cómo hacer valer esa autoridad?
-Yo aprecio una cierta abdicación de la responsabilidad de ser padre. Se ha pasado del padre abnegado, que generación tras generación imprimía unos valores y unas pautas, al padre gestor o el padre colegui, lo cual es nefasto para el niño. Un niño necesita un padre, amigos ya tendrá. A este nivel creo que ese padre que gestiona actividades y ocio ha perdido la seguridad en sí mismo y va buscando esa responsabilidad de ser padre en un técnico que le exima. Es decir, que le diga qué tiene que hacer. Así se confunde educación con instrucción. Eso es una deriva peligrosa. Por eso no soportan los padres que un profesor les diga nada malo sobre su hijo. Piensan que no han sido unos buenos gestores. Antes, si el maestro castigaba a un niño, el padre lo castigaba doble.
-¿Entonces un padre no puede ser amigo de su hijo?
-Por poder sí, pero lo que importa es que sea padre. Si luego quiere ser colegui, amiguete o lo que sea, bien, pero primero de todo hay que ser padre, eso no puede fallar. No es una cuestión de formalismos, sino de ¿qué es lo que mi hijo espera de mí? Un hijo lo que espera es que le quieran. Ser responsable es darle autonomía a un niño, es decir: se te quiere y porque se te quiere se te hace responsable.
-Los docentes se quejan de que los padres actualmente delegan todo en ellos.
-Cuando la socialización primaria, lo que se recibe en casa, falla, solo queda el maestro, que lo tiene que hacer todo. Nunca fue así. El maestro antes era un complemento, quien, de alguna manera, daba entrada al niño en los saberes y, de paso, tenía una función de respeto y de valor para él. Esa transmisión de los saberes no tiene que ver con la educación, con los valores y con las pautas. Educar es introducir al nuevo, en este caso el niño, en un mundo ya hecho y construido. Es posibilitarle que no esté desamparado, que tenga unas referencias para desarrollarse.